El presidente Mauricio Funes está a pocas horas de ser recibido por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en Washington, D.C. La reunión está pactada para mañana lunes en horas de la tarde. Esta es, sin duda, una visita trascendental para un mandatario que tiene la oportunidad de afianzar un liderazgo regional en Centroamérica, para mandar señales claras de confianza a los inversionistas nacionales y extranjeros, y para mostrar las claves de política internacional por donde seguirá desarrollando la gestión gubernamental.
La reunión con Obama se suma a una serie de episodios que han fortalecido a Funes y que sirven para que El Salvador logre enrumbarse hacia la tan necesitada recuperación económica y para mantener estabilidad política. Los últimos quince días han registrado la visita del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, el desarrollo del foro de gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la cumbre de presidentes centroamericanos con la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, en Guatemala.
Lula da Silva vino con importantes acuerdos bilaterales de cooperación, un crédito de $500 millones y un firme llamado a la concertación social y a la inversión generadora de empleo. Un respaldo en casa del que por ahora es uno de los más importantes líderes que ha llevado a Brasil a ocupar un puesto en las economías emergentes con exitosas fórmulas público-privadas.
El BID ha puesto sobre la mesa un préstamo por $500 millones, una señal de confianza para el país y de respaldo a la gestión. La cumbre en Guatemala ha dado la oportunidad para reactivar el triángulo norte con el respaldo de Funes y Colom.
Al llegar a la Casa Blanca, Funes tendrá bajo el brazo la cosecha de estos episodios para la conversación con el presidente de la nación con la que los salvadoreños mayor relación tenemos.
El tema migratorio salta en primer plano con la ampliación del programa de Estado de Protección Temporal denominado TPS por sus siglas en inglés, que arropa a unos 230 mil nacionales. El plazo vence en septiembre de este año, pero se solicitarán 15 meses más y una medida para que estas familias busquen la regularización de su estado en Estados Unidos para una residente permanente y a largo plazo una ciudadanía.
Hay que aprovechar para consolidar la ayuda en el tema de la seguridad para el combate de las pandillas y el crimen organizado, principalmente el narcotráfico, cuyo paso avanza con fuerza en Centroamérica y penetra cada vez más en El Salvador. Los carteles de la droga mexicanos y colombianos han conformado grupos locales para el transporte de estupefacientes y han diseminado su droga en nuestros países. El tráfico local de drogas es sumamente peligroso, y ya lo ha advertido la policía en diferentes ocasiones, que se ha registrado una diversidad de homicidios de jovencitos relacionados con el narcotráfico. Pues El Salvador debe solicitar más apoyo en recursos para que Centroamérica pueda tener sus propios planes, más allá del Plan Colombia o del Plan Mérida.
Y además, estará por ver otras señales que puedan suceder en esta visita a la Casa Blanca, pues hay que estar a la expectativa qué otras muestras de respaldo dará Obama para Funes. La visita en sí misma ya es importante, pues es el primer presidente de Centroamérica que recibe el presidente estadounidense, pero también habría que esperar si dan una conferencia conjunta en el jardín de la Casa Blanca, un lugar reservado para conferencias con líderes mundiales y con aliados estratégicos de Estados Unidos y claro a ver si el mismo presidente Obama es quien informa de las apuestas de su gobierno para con El Salvador y Centroamérica.
*opinión editorial LPG, por Gabriel Trillos