¡UNETE YA!

8 mar 2010

CACERESYFUNES.GOB.SV

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El presidente Funes tiene tres personas de una misma familia en su círculo privilegiado: nada importante sucede en el gobierno sin el aval de los Cáceres. Ellos tienen en sus manos el manejo del dinero del gobierno y de la Presidencia de la República, y uno de ellos, Gerardo, es casi un ministro sin cartera y, posiblemente, el más influyente.

*Sergio Arauz y Daniel Valencia para El Faro

La casa número 403 de la Avenida La Capilla, en San Salvador, recibe casi a diario a miembros del gabinete de gobierno. Funcionarios entran y salen de ahí, donde desfilan para reunirse con uno de los hombres más importantes en el gobierno del presidente Mauricio Funes. Un día, a finales del año pasado, según recuerda uno de los ejecutivos nombrados por el presidente Mauricio Funes para integrar su equipo de gobierno, la persona que tiene su oficina en la colonia San Benito le llamó por teléfono.

-Me dice: "Va´pues, tenés fuga de información. Yo te hablo en nombre del presidente, estoy al lado de él”.

Esa persona, a quien diversas fuentes del gabinete de gobierno describen como un operador político de Funes y una de las personas más influyentes en las decisiones del gobierno, tiene su despacho a un par de cuadras de Casa Presidencial. Y, aunque no tiene nombramiento oficial, su oficina en la San Benito parece a veces un despacho ministerial. Se llama Gerardo Cáceres y sus más cercanos lo conocen como Jerry.

A la 403 llegan visitas en turnos de dos o hasta tres veces por semana. Cáceres, el anfitrión, es amigo del presidente desde cuando este trabajaba en el canal 12. También es tío de Francisco Cáceres, secretario privado de la presidencia, y hermano de otro importante funcionario de gobierno, Carlos Cáceres, ministro de Hacienda.

Gerardo es el menos público de los tres Cáceres, pero dentro del gabinete y en el partido FMLN tiene fama de ser el más influyente de quienes entran sin restricciones a Casa Presidencial. Un ministro asegura que habla a los funcionarios en nombre del presidente. Es decir, le presta su voz a Funes y es de las pocas personas que puede hacer eso en un gabinete atemorizado por las correcciones o las descalificaciones públicas del presidente. Y eso que no tiene nombramiento oficial.

Los Cáceres fueron, para el público promedio, poco más que una sombra misteriosa durante la campaña electoral por la Presidencia de la República, cuando como parte del movimiento Amigos de Mauricio patrocinaron la campaña de Funes y matizaron el rojo del FMLN para darle unos tonos más moderados.

Luego de que Funes ganara las elecciones de marzo de 2009, abriendo paso a la especulación de cómo iba a estar conformado el gabinete, Gerardo aclaraba con sentido del humor sobre sus pretensiones de ocupar un cargo público: “Yo le he pedido al presidente el ministerio de asuntos sin importancia”. 10 meses después, para muchos queda claro que no necesita ministerio alguno para tomar decisiones de gobierno.

Antes de convertirse en uno de los hombres más poderosos que rodean a Funes, Gerardo Cáceres era conocido por el trabajo de su empresa, una compañía de cobros (o recuperación de moras) llamada Puntual S.A. de C.V. en la que también tiene acciones su sobrino, Francisco, amigo del presidente.

Gerardo Cáceres ha sido el encargado de sondear cómo las decisiones del Ejecutivo pueden terminar impactando los intereses de algunas de las principales empresas del país, y cómo el marco jurídico de El Salvador puede afectar las relaciones comerciales con otras naciones. En los últimos tres meses ha estado explorando con diversidad de funcionarios estas potenciales amenazas para intereses privados y del Estado. Para esa tarea, Cáceres se ha reunido con magistrados, empresarios, diputados y otros funcionarios. También ha sido una especie de delegado presidencial para evaluar cómo decisiones de otros actores pueden afectar al Ejecutivo.

Jerry y Chico, como les llaman los amigos del secretario privado, tienen más de 20 años de conocer al presidente. Ellos, a la sombra de un árbol de mango a finales de septiembre de 2008, ofrecieron su respaldo incondicional al candidato, al que habían apoyado desde que era periodista. “Cuando el presidente aún no soñaba… cuando estaba lejos de ser candidato, Gerardo y Chico lo apoyaron decididamente, ciegamente. Cuando le hablo de apoyar, le hablo de apostarle fuerte a la empresa de noticias de Mauricio, en ese momento por pura amistad”, dice un miembro del gabinete, al tratar de exponer posibles explicaciones a esta cercanía y confianza.

Otro integrante del gabinete y dirigente del FMLN asegura que los tres Cáceres que están trabajando con Funes son como hermanos, no obstante las diferencias de edad. Gerardo permanece en constante comunicación con el secretario privado, su sobrino, con quien se trata como se trata con su hermano, el ministro de Hacienda: “Los tres son como hermanos, Chico es más contemporáneo de Mauricio, pero se criaron como hermanos”, dice este ministro.

Cuando el presidente sale del país, es Gerardo quien le llama por teléfono a su sobrino para pasarle información al mandatario. Si pasa algo importante en el país cuando el presidente no está, Gerardo le traslada la información que cree puede servir al presidente. Un dirigente del FMLN que conoce de los enlaces telefónicos entre Francisco y Gerardo asegura que la comunicación es permanente, diaria, y prueba de la capacidad de influencia de Gerardo, incluso en la definición de las actividades del presidente. “Si Gerardo cree que puede ayudar al presidente tener una reunión con un grupo de empresarios, pues él le dice a su sobrino que lo incluya en agenda... claro que el presidente es el que tiene la última palabra”, dice el efemelenista.

El “manguito”, como simplificaban el sitio en el que se reunían durante la campaña electoral, se convirtió en la primera oficina donde los Cáceres y el grupo cercano al ahora presidente planificaban cómo arrancar la campaña. En ese momento comenzaba a nacer el Movimiento de Amigos de Mauricio bajo la sombra de Gerardo, a quien reconocen ahora como el principal líder de la iniciativa política.

Los tiempos de sesiones en el manguito pasaron y ahora Mauricio Funes ocupa el despacho presidencial y su amigo, Francisco, el despacho de al lado. Con una quebrada de por medio, en la Avenida La Capilla, está la oficina de Gerardo, donde es fácil darse cuenta de cuando hay alguien importante reunido con él. Sobre la acera de la casa –o en la esquina contraria, bajo la sombra de un edificio de apartamentos- los agentes motorizados del Estado Mayor Presidencial cuentan chistes, comen dulces y toman café mientras esperan que alguien salga, en su camioneta polarizada, para luego darle escolta con las sirenas encendidas.

La 403 es una casona de esquina, con un muro que de la base del suelo a la mitad es de piedra y de la mitad hacia arriba es de ladrillo rojo brillante. No lleva ni dos meses de haber sido renovada. Antes, desde la esquina contraria a la mansión, se alcanzaba a ver el jardín, el porche de entrada y la puerta de acceso. Ahora, sobre la “u” que dibuja la curva del muro han colocado una valla de malla plástica color verde de unos 10 metros de alto.

De esa casa salen disparados los funcionarios y sus escoltas que, cuadra y media más abajo, giran a la derecha, para entrar a Casa Presidencial por la puerta trasera. Al verlos y oír las sirenas, da la sensación de que algo importante se acordó atrás de la quebrada que separa esa oficina de la casa de gobierno.

Oficialmente, en esa casa, Gerardo Cáceres le hace monitoreo de encuestas y de medios al presidente Mauricio Funes. “Mire, no quiero que esto suene como que estoy hablando mal del presidente, pero creo que a veces pasa mucho tiempo estudiando encuestas de imagen”, dice un ministro, que ha mantenido en diversas ocasiones reuniones de trabajo con los tres Cáceres. “Uno es el ministro de Hacienda, otro es el secretario privado, y el otro es el operador político... no es malo, es normal, todos los presidentes han tenido uno, en este caso es Gerardo. Usted no hace entrevistas para llenar ese cargo, porque quiere que sea alguien al que le tenga confianza de verdad”, dice el funcionario.

Hasta noviembre de 2009, Gerardo Cáceres mantenía con vida otra casa, en la colonia San Francisco, en la cual se organizó durante más de un año el Movimiento Amigos de Mauricio. A esa le decían “La casona”, y era el centro de operaciones de los mandos medios del movimiento: profesionales convencidos de que el cambio de cultura política era sinónimo de Funes. Hoy, buena parte de esos profesionales se sienten defraudados por Gerardo Cáceres, a quien desde el anonimato lo acusan de querer acabar con el movimiento para retenerlo quien sabe con qué objetivo.

Estos amigos, hoy aglutinados en un nuevo movimiento que todavía no nace en la luz pública (Amigos por el cambio) dicen, además, que Gerardo Cáceres se encargó de repartir a diestra y siniestra puestos en el Ejecutivo: aquellos que no quedaron en el FMLN ni en Cambio Democrático ni en los pagos de favores políticos como el caso de Tomás Chévez, presidente del Fondo Social para la Vivienda. Los despechados, esos que no lograron cargos públicos tras la llegada al poder, son los que ahora amenazan con la creación de otro movimiento.

Estos, a los que no les repartieron puestos, son los mismos que conocen el poder de Gerardo Cáceres. Estos aseguran que antes del anuncio oficial de las primeras destituciones, Gerardo ya tenía una bolsa de posibles sustitutos. En esto coinciden con la dirección del FMLN, cuyos miembros ven en estos parientes a un grupo que influye en el presidente y lo blinda. La decisión presidencial de destituir a cuatro funcionarios el 4 de enero recién pasado fue posible, según los ojos de parte importante de la cúpula del FMLN, en gran parte por la influencia que tiene esa familia sobre el presidente. “Todos los nuevos nombramientos son de gente cercana y ligada a Gerardo Cáceres o a su sobrino o a su hermano”, dice una de las fuentes consultadas por El Faro.

El 4 de enero de este año, Funes destituyó al Superintendente de Electricidad y Telecomunicaciones, Tomás Campos Villafuerte; a la presidenta del ISTA, Carla Albanés; al presidente de ANDA, Francisco Gómez, y al presidente de la Lotería, Juan Pablo Durán. A la SIGET llegó Luis Méndez Menéndez, a la ANDA, Marco Antonio Fortín, y a la Lotería, José Ernesto Mancía.

Campos Villafuerte había llegado al gabinete propuesto por Álex Segovia, secretario técnico de la Presidencia. Francisco Gómez, a quien calificaban como “el hombre que más sabía de agua en el país”, fue despedido por su comportamiento y personalidad. “Estaba realmente loco, dicen que hizo una fiesta chavista, hacía bromas pesadas, maltrataba gente, megalómano”, explica un ministro, que asegura que Carla Albanés y Juan Pablo Durán fueron destituidos por razones políticas razonables. “Mire, fue un error eso de invitar a una actividad del gobierno del vicepresidente, eso es error, error”, comenta, en referencia a la salida de Albanés, pocas semanas después de que el ISTA invitara a una ceremonia de entrega de tierras, diciendo que quien invitaba era "el gobierno del vicepresidente Salvador Sánchez Cerén". En esos días, Funes estaba fuera del país, en la Cumbre Iberoamericana.

Junto a estos nuevos funcionarios, hay todo un grupo de jefes de instituciones que según las fuentes consultadas del ex Movimiento Amigos de Mauricio, y funcionarios del gabinete actual, responden a una sola línea: los Cáceres.

La red de funcionarios en la que tienen una fuerte influencia los Cáceres empieza por el secretario jurídico, Dionisio Machuca, ex colaborador cercano de Gerardo y muy bien valorado por el ministro de Hacienda, Carlos Cáceres. En el INPEP está Andrés Rodríguez Celis, abogado cercano a Gerardo y parte del núcleo del movimiento Amigos de Mauricio durante la campaña.

Mancía, nuevo presidente de la Lotería, llegó por recomendación del ministro de Hacienda, quien lo nombró como miembro de la Junta Directiva de la Lotería cuando asumió la dirección Juan Pablo Durán.

Otro importante colaborador de Gerardo es Marlon Granados, director de Correos de El Salvador, que estuvo en el movimiento Amigos muy de la mano de los fundadores. “Le decían Caravanero”, dice un ex miembro del grupo, pues era supervisor delegado de Gerardo para todas las caravanas al interior del país.

Al sustituto de Albanés en el ISTA, Pablo Ochoa, le decían “Martero”, pues era el representante de Gerardo en la reuniones de los martes durante la campaña. Los martes, en la Casona, circulaban todos los que ahora están descontentos por no haber logrado cargos en el gobierno como los que ahora están en alguna institución.

En el Movimiento Amigos de Mauricio, aparte de Gerardo Cáceres, hubo otra de las principales cabezas –y considerado el cerebro de la organización- que se quedó sin puesto en el gabinete de gobierno. Este hombre es el ex líder político del PCN Luis Lagos. Lagos se alejó del movimiento semanas antes de que Gerardo Cáceres clausurara la Casona de la colonia San Francisco, a finales de noviembre de 2009, matando los sueños de decenas de profesionales que se quedaron preguntando y ahora qué va a pasar. Tras el triunfo electoral, esa casa quedó bajo la batuta de Lagos y se convirtió en un buzón de currículos, quejas y peticiones.

Hoy, Lagos dice no estar con los Cáceres ni con sus ex compañeros de aventura política, aunque asegura que todavía guarda la amistad de todos. Él, ni niega ni descarta si son ciertos los rumores de que todos los nuevos funcionarios que no responden al FMLN ni a CD ni a otro partido sí responden a los Cáceres. “Eran gente muy involucrada en el movimiento y muy amigos todos”, dice.

Hay otro del grupo original de los Amigos que se llevó la cereza del pastel en los cambios de enero. Luis Méndez Menéndez, el nuevo Superintendente de Electricidad y Telecomunicaciones, guarda una profunda amistad no solo con Lagos, sino con el mismo Gerardo Cáceres.

Las llamadas telefónicas

La SIGET es de las pocas instituciones del gobierno que tiene que lidiar con un mercado que mueve tanto dinero como el de las operadoras de electricidad y las de telefonía. De las decisiones que ahí se toman –favorables o no para las operadoras- surgen pleitos que en la tradición salvadoreña, siempre se han ido a evacuar o a resolver a Casa Presidencial, con el presidente de turno. Un ex ministro de la administración pasada asegura que la figura de la SIGET siempre ha sido irrespetada. “Todos los que tienen un teléfono con línea directa a Casa Presidencial, de esos que pueden comunicarse con los presidentes, van al grano, no usan intermediarios”, dice el ex funcionario del gobierno de Antonio Saca.

Campos Villafuerte, ahora asesor del FMLN en la Asamblea y recomendado por Álex Segovia para dirigir la SIGET cuando Funes estaba escogiendo su gabinete, teme llamar por su nombre a Gerardo Cáceres. Sin embargo, guarda con alguna precisión los detalles de las llamadas que recibió del amigo del presidente cuando aún dirigía la Superintendencia.

-Una persona no funcionario del gabinete, pero allegado al presidente me llama un día para decirme después de un corto saludo: ¿Tú sabes quién te llevó al cargo? En ese momento me quedé alertado, no asustado. ¿Quién me quiere sorprender con algo?, dije. Me dice: fue Fulano. (En este caso Fulano es Álex Segovia).

-¿Y qué más le dijo?

-Entonces dice: he visto un proyecto de reforma a la Ley de Telecomunicaciones en el escritorio de un operador. ¿De veras?, le pregunté yo. ¡Vaya! Y yo no había originado nada, pero dejé que continuara para saber el propósito de sus preguntas. Entonces me dice: “Va´pues, tenés fuga de información”, y comenzó a citarme nombres de miembros de la SIGET que venían de la administración anterior. Me dijo: “Yo te hablo en nombre del presidente, estoy al lado de él”.

Tras la llamada que Villafuerte asegura haber recibido unos meses después de asumir el cargo, ocurrió otro incidente. Fue convocado a Casa Presidencial para que explicara una serie de acciones que iban en detrimento de los intereses de las operadores telefónicas. En uno de los salones de Casa Presidencial asegura haber sido interpelado por representantes de tres importantes compañías (Claro, Telefónica y Tigo), además del secretario privado, del secretario técnico, del secretario jurídico y de Gerardo Cáceres.

“En esa reunión se presentaron como Casatel, dijeron que ya no se consideraban representados por ANEP y que estaban ahí para analizar lo que ellos podían hacer para no entrar en discusión. Mi sorpresa fue el secretario técnico, que representaba al presidente, así abiertamente oyó cómo una representante de las operadoras telefónicas, una señora de apellido Machón, dijo que cómo era posible que la SIGET pretendiera regularlos. Yo vi que no le dijeron nada, entonces me quedé callado. ¡¿Cómo es que pretenden regularnos?!, dijo. Me sorprendió realmente”.

En el FMLN y entre los funcionarios que se han sentido afectados por Gerardo o Francisco, existe la sospecha de que Gerardo y Francisco tienen demasiados vínculos con las empresas de telefonía y que por eso en la reforma fiscal no fueron afectadas y por eso es que el presidente las defendió cuando la Asamblea eliminó la tarifa básica de telefonía fija.

Los que hablan son ministros, funcionarios, ex funcionarios y diputados que han seguido de cerca los movimientos de los Cáceres. Al ministro de Hacienda lo diferencian de su hermano, Gerardo, pues lo consideran un reconocido especialista en finanzas que tiene los méritos técnicos para el cargo. Él es necesario. En cuanto a los otros dos, son personas de máxima confianza del presidente y por eso uno es su secretario privado y otro un asesor sin nombramiento.

Los tres están vinculados a un elemento fundamental para cualquier gobierno: el manejo del dinero. Mientras Carlos, como ministro de Hacienda, es el encargado de las finanzas del Estado, Francisco, como secretario privado, se encarga de aprobar los gastos de Casa Presidencial. Y Gerardo es el operador político del gobernante, que a veces le da instrucciones a Francisco.

En el gabinete, cada ministro o viceministro o encargado de institución tiene alguna claridad de la distancia que guarda el presidente con cada uno. “Están los que hablan con teléfono con él, están los que despachan con él, están los que son necesarios por su capacidad técnica, están los que son cuota de campaña, están los que el presidente respeta y están los especialistas que el presidente mismo llamó”, hace la clasificación un ministro.

Dentro del grupo de los que hablan por teléfono con el presidente y son bien ponderados está por ejemplo David Munguía Payés, ministro de Defensa. Un ejemplo de funcionario que despacha con el presidente es Francisco Cáceres, y entre los que son necesarios y por tanto muy cercanos al presidente están Álex Segovia y Hato Hasbún, secretario de Asuntos Estratégicos.

“Álex es el coordinador, el jefe del gabinete económico, Hato es el enlace del presidente con el partido y el jefe del gabinete de seguridad; ellos dos sí están amolados, tienen la mayor carga”, dice un miembro del gabinete, que califica como “sobrecargada” la agenda de dichos funcionarios.

De estos se desprende otro tipo de funcionarios, los respetables: la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, y Héctor Dada, titular de Economía. “A ellos los dejan caminar solos”, dice un ministro, que se ve a sí mismo como parte del grupo de funcionarios que también trabajan solos. “A mí no me llaman (los Cáceres), bueno, ni el presidente tampoco”, dice, con cierta ironía.

A Cáceres, los empresarios, efemelenistas, y políticos de otros partidos, lo identifican como el operador político del presidente, ese papel que aseguran que jugó Herbert Saca en la administración anterior. "Es como Herbert Saca, pero sin los vicios y los trabajos sucios que él realizaba", dice un ministro. Otro funcionario lo ve como alguien que puede ser "los ojos, oídos y boca" del presidente.

"Siempre ha habido uno. Pero hay que matizar. Gerardo puede ser confidente del presidente, a él le puede pedir opinión, le puede encomendar cosas, pero no es comparable con el poder que tuvo Herbert", dice un miembro del gabinete que conoce a los Cáceres. "No hay que verlos como que complotan juntos, Carlos, el ministro de Hacienda, está metido en lo suyo, Chico y Gerardo sí están juntos, pero me parece natural", dice el funcionario.

El Faro pidió repetidas veces entrevistas con el secretario jurídico, con el secretario técnico, con el ministro de Hacienda, con Gerardo Cáceres y con el mismo presidente para consultarles sobre el trabajo y dinámica con la que trabaja este gobierno. Nunca dieron una respuesta positiva a las peticiones de este periódico.

En la rama de funcionarios privilegiados por el tiempo que pasa al lado del presidente está otro de los fundadores del Movimiento Amigos de Mauricio: Miguel Menéndez, conocido como Mecafé. Menéndez y el presidente Funes se distraen los fines de semana en el polígono de tiro de Cosase, la empresa de la que es dueño el presidente del Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFCO). “Tiene casi adicción a un juego de mesa, pasan horas jugando, no recuerdo cuál es, puede que sea el risk, pero le mentiría, es un juego de mesa”, dice un ejecutivo del gobierno.

Menéndez es para los consultados el amigo de juegos con el que presidente puede hablar de otras cosas que no sean política, para quitarse el pesado saco de presidente y ser alguien que también se divierte, dicen.

Mecafé tiene su oficina en la Calle Bernal, en la segunda planta de un pequeño edificio donde están la sede de la empres. Desde el cristal blindado que protege su oficina puede verse dos edificios adjuntos: el de Cosase, y el de Kawaki, como la marca de ventiladores, principal exportador de productos plásticos en El Salvador. En la misma calle está la estación de combustible Horse Power, con su tienda de conveniencia. Todo propiedad de Menéndez. Según el Registro de Comercio, Mecafé, S.A. de C.V. presenta un capital social mínimo de 10 millones de colones (1.14 millones de dólares).

En los nueve meses que lleva la gestión de Funes, a Mecafé no le ha ido mal en los negocios con el gobierno: ha logrado ganar cuentas de la administración por más de 1.8 millones de dólares. De las 14 instituciones del Ejecutivo que han licitado servicios de seguridad privada desde el segundo semestre de 2009 hasta la fecha, el amigo del presidente ha ganado nueve.

La licitación del Centro Nacional de Registros es por los "Servicios de vigilancia y seguridad para las instalaciones del Centro Nacional de Registros en todo el país” y es por casi medio millón de dólares (451 mil 73.40 dólares). La bolsa engorda con más de 700 mil dólares de la licitación LP 01-2010 de Fosalud para vigilar todas las oficinas centrales y unidades de salud beneficiadas con Fosalud en 2010.

El contrato con el Ministerio de Hacienda es de las licitaciones más pequeñas –un poco más de 11 mil dólares- por los servicios de “mantenimiento preventivo y correctivo para sistemas de vídeo vigilancia digital y sistema de detección de incendios.” Las instituciones son varias: Superintendencia del Sistema Financiero (SSF), Insaforp, Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, la Caja Mutual, el Instituto Salvadoreño del Seguro Social y el Ministerio del Ambiente. Son nueve de 14.

El Faro solicitó entrevista con el presidente del CIFCO para preguntarle sobre las claves de tal éxito, pero Menéndez nunca respondió.

En el FMLN ven con recelo dicha amistad, pese a que los ministros y funcionarios consultados coinciden en que Menéndez es solo “un amigo de juegos” del presidente. Durante la campaña, cuando comenzaba a fraguarse la amistad, Menéndez decía sobre las razones que lo llevaron a cambiar su pensamiento sobre el FMLN y la izquierda: “Me habían convencido de que si ganaba el FMLN y tenías tres casas, te iban a quitar dos y te iban a dejar solo una. Me cambió el panorama Mauricio, de lo contrario, no me hubiera acercado. Gerardo (Cáceres) lo decía un día de estos: ‘Si Mauricio es más derechista incluso que uno’”. Minutos después se retiró a su polígono de tiro a disparar con el entonces candidato Funes.

Los fines de semana, sábados y domingos, un grupo de carros del Estado Mayor Presidencial, motos que encabezan la caravana presidencial y carros todoterreno se estacionan afuera de las oficinas de Menéndez, sobre la Avenida Bernal.

Los ministros y funcionarios aseguran que es normal que Funes se relaje con sus amigos, pues lo consideran obsesivo cuando de trabajar se trata. Sin embargo, dentro del gabinete y dentro del partido, los Cáceres empiezan a levantar sospecha de que están cerrando las puertas para llegar al mandatario.

Hay quienes incluso aseguran que los principales negociadores del paquete de reformas tributarias fueron ellos y nadie más; y que han sido los principales portadores de las quejas de las telefónicas por el conflicto del cargo básico a oídos de Funes.

Los otros amigos, los que durante la campaña lo acompañaron como pivotes de su equipo, Hato Hasbún y Álex Segovia, siguen muy cercanos al presidente y tienen las puertas abiertas. Sin embargo, quien fuera conocido como el amigo y creador del fenómeno político Mauricio Funes ya ha comenzado a tomar distancia de algunos asuntos que a él le parecen sucios. “Yo ya le dije a Mauricio que en lo sucio no me meto”, ha dicho Hasbún a algunas personas de su confianza.

En el FMLN no se atreven a sugerir cosas abiertamente. “Mire, el viejo dicho de que cuando el río suena... puede confirmarse. Lo mejor sería que el presidente abra las cuentas, que diga públicamente qué papel juegan los Cáceres, que haga públicas en su momento las investigaciones sobre la administración Saca. Espero que esto pase”, dice un alto dirigente del partido, que pide no se le mencione por su nombre.

A propósito de Saca, ministros, dirigentes del FMLN y empresarios aseguran que Funes y su antecesor han tenido reuniones con alguna frecuencia en la casa de gobierno y fuera de ella. "Llegan Tony Saca y Herbert Saca a Casa Presidencial, y también el presidente ha llegado a una oficina que tiene Tony por Villas Españolas", dice un ex ejecutivo del gabinete de Saca, que conoce de estas sesiones.

En el 1316, sede principal del FMLN, lejos del 403 y de Casa Presidencial, ya se están disparando algunas sirenas y luces de alarma porque su presidente supuestamente se está reuniendo con los dos Saca. Un dirigente del FMLN lo resume así: “Sabemos que llegan a Casa Presidencial, no sabemos de qué hablan, pero sí estamos vigilantes de eso.” Este miedo está en las cabezas de la cúpula, que temen que Funes se haga aliado de quien para el Frente representó a su máximo rival político, Arena.

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