¡UNETE YA!

30 mar 2010

NILTON NUESTRO DE CADA DIA

Esto nos gusta. Nos masturbamos ante el espectáculo frívolo que pone a la vida como villana y a la muerte como gran protagonista.

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*por Carlos Hermann Bruch

La habilidad profesional del fotoperiodista que trabaja en La Prensa Gráfica, Nilton García, puso en evidencia lo que ya es habitual. Pero que nuestra sociedad incrédula necesita verlo a diario, cual circo romano, para reaccionar. Reacción escuálida, sin frutos.

Hace unos días ese fotógrafo capturó la secuencia de un joven achucillando a otro a plena luz del día.

Como consecuencia se ha vuelto a levantar una polvareda en la opinion pública que raya en lo chabacano. Sonsonete repetido.

Por un lado los jueces se muestran dubitativos ante su deber de aplicar la ley –una sola, sin medias tintas con mano firme-, por otro los medios de comunicación se rasgan vestiduras defendiendo con poca moral una libertad de expresión que ellos mismos han puesto en entredicho por haberse entregado al mejor postor –¿o decimos al mejor partido?- . Y por otro lado más bochornoso está la incauta o ingenua o simplemente ligera cultura ciudadana que no hace esfuerzos por mirar más allá de lo obvio. Que no es solo una foto de primera plana de lo que ya se sabe que a diario sucede un promedio de quince veces, la muerte violenta, sino que es que somos un pueblo que acepta el caos en cualquiera de sus presentaciones como un show. Como una romería perenne.

Hace unos quince años otro buen fotoreportero, Milton Flores, también captó un hecho similar. Un joven sacaba una pistola a media calle y disparaba contra sus pares de un colegio rival. La imagen también apareció en primera plana y también hubo revuelo nacional. Pero de ahí no pasó nada. Nada!

Después de quince años, de tres gobiernos, de unos cuantos jefes de policías y fiscales con ínfulas de supermanes pero que resultaron choros, de jueces confundidos y erráticos , de medios informativos unidos (en el gran negocio de la histeria, pero poco en la investigación real) y de una sociedad adicta al opio mediático, nada se ha avanzado.

Esto nos gusta. Nos masturbamos ante el espectáculo frívolo que pone a la vida como villana y a la muerte como gran protagonista.

Otro caso de la habilidad de un fotógrafo, Alvaro López: el 5 de julio de 2006 en la Universidad Nacional cuando un sicópata encapuchado acribilló a tiros con arma de guerra a dos policías y hería a otros.
El teleobjetivo de unos de los más audaces, precisos y profesionales fotógrafos de prensa que he conocido les callaba una vez más la boca a atolondrados políticos de toda casta y a seudo intelectuales que aun se afanan en repetir la falacia de que en El Salvador vivimos tiempos de paz.

Y así a lo largo de estos años de paz con antifaz podemos seguir escarbando periódicos y encontrando que al menos no han sido mis colégas del oficio fotoperiodístico, ese que desde sus inicios ha evidenciado el sufrimiento humano y que no acepta demagogia ni interpretaciones politiqueras, quienes han fallado en la tarea de poner en la mesa la realidad de un país que se dejó descomponer por los seguidores del mayor escuadronero de la muerte.

Quienes deben revisar sus acciones son sus jefes en las salas de redacción y los dueños de los medios que solo saltan de su cómoda silla cuando se trata de defender balances económicos escudándose tras discursitos de libertades que no son capaces de aplicar ni siquiera al interior de sus empresas.

Quienes deben de corregir actitudes son los jueces que comodamente se prestan al vedetismo mediático con tal de salir en la foto –la bonita de las páginas sociales o clubes, no la del dolor de un pueblo- para luego recibir palmaditas y quizás algún incentivo extra. Cuando deberían de estar trabajando con coraje por aplicar la ley sin rezongar ni alardear.

Quienes deben dar soluciones reales y no artificiosas contra la delincuencia que ya es parte de la cultura son nuestros gobernantes.

Y sobre todo, quienes debemos dejarnos ya de consumir sangre envasada en rotativos, telediarios y programas radiales, y tomar las riendas de nuestra vida en seguridad y justicia somos los salvadoreños.

Y no estaría mal también dejarnos de tanta queja infértil.

UN DILEMA PARA EL FMLN

El pastor evangélico William Chamagua compró una radioemisora y la puso al servicio del FMLN. Convirtió sus sermones en incendiarias arengas revolucionarias, y durante la pasada campaña electoral recorrió palmo a palmo el país pidiendo el voto para Mauricio Funes.

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*por Geovani Galeas para LPG

Sus prédicas, que fusionan las reminiscencias heroicas y sacrificiales de la lucha guerrillera con el mesianismo cristiano y la utopía comunista, prendió muy pronto en las bases más radicales de la izquierda y entre los sectores empobrecidos y olvidados de las zonas rurales.

Al parecer, tanto la radio como el pastor fueron piezas claves en la victoria de la izquierda. Lo lógico entonces es que una y otro resultaran favorecidos de algún modo por el nuevo gobierno. Pero no ha sido así. Por el contrario, luego de un penoso periodo de asfixia financiera ahora ambos están al borde de la quiebra.

La historia tiene que ver con un gradual pero sostenido distanciamiento entre el presidente Funes y sus amigos y el pastor Chamagua y sus seguidores. Estos últimos comenzaron a denunciar que el estilo y el rumbo político del nuevo gobierno no eran suficientemente revolucionarios, y han terminado por calificarlo de manera abierta como vendido a la derecha y traidor al pueblo. En respuesta, el gobierno los excluyó de la pauta publicitaria.

Pero los reclamos del pastor Chamagua estaban dirigidos contra Mauricio Funes, no contra el FMLN. Por eso la radio podía sobrevivir apenas con la publicidad o los aportes voluntarios de pequeños empresarios, oenegés, hermanos lejanos y alcaldías con alguna vinculación con el partido.

Sin embargo, el pasado fin de semana la radio denunció que incluso esas últimas fuentes de financiamiento se estaban cerrando, y que al boicot financiero en su contra se habían sumado miembros de la cúpula del FMLN (Zoila Quijada, Benito Lara y Sigfrido Reyes entre otros), que según la denuncia habrían girado la orden de no apoyar las actividades del pastor Chamagua.

No sé cuántos sean los seguidores de este pastor, pero da la impresión que su peso cualitativo puede ser determinante en las próximas elecciones. Para ellos la radio es ya “la voz de los sin voz”, el pastor Chamagua es la nueva encarnación de Monseñor Romero, y Mauricio Funes es el nuevo traidor (“junto a Villalobos, los hermanos Galeas, Facundo, Ana Guadalupe”, y los mencionados dirigentes del FMLN, según las palabras literales del pastor Chamagua).

El dilema para el FMLN es que los seguidores del nuevo profeta aseguran ser la base misma del partido, y que exigen para ya, so pena de la abominación, que la Comisión Política defina si está con Mauricio Funes (y la oligarquía), o con William Chamagua (y el pueblo). El dilema, literalmente expresado en la radio, es que no quieren que el próximo candidato presidencial del FMLN sea Sigfrido Reyes, sino “el único hombre que en verdad ha estado con nosotros los pobres: nuestro pastor William Chamagua”.

Vaya dilema para el FMLN: o la certeza de ganar, aliándose a “un neoliberal que a la menor oportunidad se asocia al imperialismo yanky, a las transnacionales y a la oligarquía criolla”, o jugarse la posibilidad de una derrota histórica al apostarle a un mesías cuyos referentes declarados son el Che Guevara, Fidel Castro y Hugo Chávez, y que se ubica más a la izquierda que el partido mismo.

Respecto a este dilema, hasta ahora, los dirigentes del FMLN o guardan silencio o se hacen los bravos, pero en resumidas cuentas no han dicho nada. El problema es que el tiempo corre y “la voz de los sin voz” tiene un déficit mensual de más de diez mil dólares mensuales y tendrá que cerrar. Pero entonces el boicot será de las bases contra la dirigencia del partido.

CARTA AL SUBSECRETARIO DE TRANSPARENCIA

Estás en un gran huevo ya que no te dejan hacer tu trabajo según tu conciencia.

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Ahora resulta que el gobierno y el Presidente necesitan dos meses más “para definir su posición” frente a la Ley de Transparencia. Vaya. Y entiendo que vos fuiste uno de los autores de esta ley…

Tenés razón, esto fue antes de que Funes ganara las elecciones y te invitó a trabajar con él en Casa Presidencial.

Tenés razón, es una cosa quererle poner candados a un gobierno de ARENA que a uno de Funes y el FMLN.

Pero incluso tomando en cuenta estos pequeños detalles, todavía no entiendo porqué en un año completo ustedes no han podido “definir posición” ante el proyecto de Ley de Transparencia. ¿Y no es para eso que han creado tu oficina? ¿Y no es para eso que te pagan?

Si vos, desde que estás en Casa Presidencial, tenés objeciones contra el proyecto de ley que vos mismo promoviste con vehemencia cuando ARENA estaba en el poder y vos en oposición, ¿en 12 meses no pudiste ponerlas en papel y ponerlas al debate público?

O tal vez no sos vos el que tiene las objeciones, sino tu jefe o el “jefe de tu jefe”. O quizás algunos ministros con poder de veto. Si fuera así -lo que me parece más probable conociendo tu trayectoria en Transparencia Internacional- entonces sí estás en un gran huevo. Esto significaría que no te dejan hacer tu trabajo según tu conciencia.

En este caso, papito, mejor renunciar, antes de hacer lo contrario de lo que quisiste hacer cuando aceptaste tu cargo y la responsabilidad sobre la transparencia del gobierno ‘del cambio’.

Saludos,

Paolo Lüers

SOCIALDEMOCRACIA Y PROGRESISMO

En resumidas cuentas, profundización del capitalismo, desorganización creciente de la sociedad, domesticación de la mayor parte de los movimientos, y represión para los obstinados.

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*por Raúl Zibechi para La Jornada

Los procesos políticos que suceden en el cono sur de América Latina suelen ser considerados, por unos cuantos analistas, en sintonía con la experiencia de las socialdemocracias europeas. Sin embargo, presentan particularidades que impiden utilizar conceptos nacidos en otros tiempos para comprender otras realidades, ya que los gobiernos llamados progresistas responden a procesos originales en un momento muy particular del capitalismo global.

Después de la Segunda Guerra Mundial se generalizó en buena parte de Europa occidental un modelo que implicó una clara ruptura respecto a las socialdemocracias de las primeras décadas del siglo XX, incluso aquellas que fueron catalogadas como reformistas por los revolucionarios de la Tercera Internacional. Así, los nuevos partidos socialdemócratas controlaban los grandes sindicatos a través de los cuales monopolizaron la representación del mundo del trabajo. En segundo lugar, aceptaron sin rechistar la economía de mercado y establecieron compromisos con las burguesías que se plasmaron en el Estado del bienestar, que beneficiaba a las clases que en la preguerra habían luchado entre sí por la hegemonía en la sociedad. Por último, un vasto aparato de control partidario aseguraba el cumplimiento de los pactos sociales, correspondiendo a la socialdemocracia el control del trabajo en el taller a través de una vasta burocracia partidaria y sindical.

En América Latina, lo más cercano a este modelo fue el varguismo en Brasil y el peronismo en Argentina, que se apoyaron además en la creación de grandes empresas estatales que jugaron un papel destacado en el proyecto desarrollista. Estos procesos, al igual que las socialdemocracias europeas, estuvieron estrechamente ligados a la potencia de la clase obrera organizada en sindicatos, donde la base tenía cierto margen de maniobra con el que las burocracias estatales y sindicales debían contar a riesgo de verse desbordadas desde abajo. Los trabajadores tenían derechos que no estaban en cuestión, y la mayor parte de los de abajo se referenciaban en esos derechos, ya sea para defenderlos o conquistarlos cuando aún no habían sido reconocidos.

El progresismo sudamericano tiene una genealogía completamente diferente. Es, en todos los sentidos, hijo del neoliberalismo, o sea de la impronta del capital financiero y del enorme poder de las empresas multinacionales, a las que hoy ningún Estado tiene capacidad de controlar. Las diferencias entre ambos proyectos no son menores. La cúspide del poder la comparten un Estado disminuido, incapaz de dirigir la sociedad, y capitales poderosos en los que tienen un peso considerable los fondos de pensiones, coadministrados por ex dirigentes de las centrales sindicales. Esto hace que hoy los estados apoyen los procesos de concentración y centralización del capital, que busca así competir en mejores condiciones en el mercado global. Es lo que está haciendo el gobierno Lula, apoyando fusiones y creando las condiciones para que las empresas brasileñas se conviertan en grandes multinacionales.

En segundo lugar, los progresistas ya no hablan de derechos universales, sino de "inclusión" y "ciudadanía", que pretenden construir en base a transferencias monetarias que son en realidad nuevas formas de clientelismo. Como han renunciado a cualquier reforma estructural, que creen espantaría a los inversionistas, se limitan a mitigar la miseria de las mayorías con migajas que no incomodan ni dificultan la acumulación ni la expropiación de los bienes comunes que realiza a diario el modelo extractivista. En tercer lugar, como no estamos ante un modelo productivo sino especulativo, financiero-extractivista, no puede haber ni derechos, ni Estado social, sino creciente marginalización de los de abajo, que se resuelve con asistencialismo y militarización de las barriadas periféricas pobres.

En resumidas cuentas, profundización del capitalismo, desorganización creciente de la sociedad, domesticación de la mayor parte de los movimientos, y represión para los obstinados. Esto se completa con una novedosa asociación entre capital y Estado, convertido en una suerte de "central de inteligencia" que orienta la centralización y verticalización del capital, según la feliz expresión del sociólogo brasileño y fundador del Partido de los Trabajadores Luiz Werneck Vianna (IHU Online, 21 de marzo). Por lo que conozco, es en Brasil donde con mayor intensidad se está debatiendo la deriva del progresismo, quizá porque el nuevo imperialismo brasileño comandado por Lula, fue un golpe político inesperado para la generación de fundadores del PT.

De la mano de los gobiernos progresistas, y a la sombra de la futura quinta potencia global, está naciendo un nuevo modelo de sociedad diferente de lo que conocíamos hasta ahora, como diferente es el modelo chino. El sociólogo Francisco de Oliveira, también fundador del PT, lo define como una base muy amplia de pobres y arriba una clase formada en el proceso de concentración y centralización del capital que no son en rigor los clásicos burgueses, o sea que no están sólo los propietarios de los medios de producción sino una amplia camada de administradores, muchos de ellos provenientes de la izquierda y los sindicatos. Esta es una de las novedades. La segunda, es que los pobres tienen ahora acceso al consumo: teléfonos celulares, ropa de baja calidad, motos y a veces hasta coches en cuotas.

Pero el poder del trabajo es cada vez menor, a diferencia de lo que sucedía con la socialdemocracia que, mal o bien, buscaba evitar un deterioro del poder de sus representados para mantener el suyo. Cuando el Estado ha sido cooptado por el capital centralizado y los movimientos convertidos en meras organizaciones, calco y copia de las ONG, relanzar la lucha social no será tarea sencilla. Entre otras razones, porque el progresismo y sus intelectuales buscan erradicar el espíritu crítico, la creatividad colectiva y el deseo de confrontación que caracteriza a cada ciclo de luchas.

DE PROMESAS ROTAS A FAMILIAS ROTAS

Y volvimos a marchar…Si, la comunidad inmigrante volvió a cifrar sus esperanzas en el gobierno de Obama y en la forma de hacerse sentir.

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*por Leonel Flores, medico investigador radicado en USA.

El pasado 21 de Marzo, el centro de Washington se vio inundado de personas gritando al unísono que si se puede obtener un amparo migratorio, al mismo tiempo en que el congreso debatía sobre una de las reformas de impacto social más importantes en las últimas décadas.

La frustración de no tener una respuesta del gobierno de Obama en su primer año de gestión ha calado fuerte en la moral de nuestros compatriotas y de la comunidad inmigrante en general. La esperanza y el ímpetu con el cual los votantes latinos le dieron su fe y su corazón a través del voto a Barack Obama se han ido desvaneciendo a medida pasa el tiempo y no se ve una clara posición del gobierno a resolver, el ya obsoleto e inhumano, sistema migratorio en EEUU.

Podría haber justificación en cuanto a este punto, que Obama ha enfrentado dos crisis, que a nivel de importancia en su agenda política tienen más prioridad que la reforma migratoria. Estas fueron: la crisis económica y la reforma de salud. La administración Obama ha gastado casi una cuarta parte de su periodo para poder hacerle frente a estos problemas que le causaron grandes dolores de cabeza y lo que es peor, una caída estrepitosa de su popularidad. El presidente de la esperanza se ha ido convirtiendo para la comunidad inmigrante en el presidente de las promesas rotas.

En lo que va del periodo del Presidente Obama, se deportan más de mil personas diarias a sus países de origen. Según cifras oficiales, En el primer año de la administración Obama, el Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE) deportó a 387 mil 790 inmigrantes, un incremento del 61.8 por ciento con respecto al promedio de 240 mil deportados anuales bajo el segundo periodo del gobierno de Bush. Esto nos hace dudar si hay una justificación del porque este presidente no ha tocado el punto de la reforma migratoria.

La pregunta del millón en las calles es: ¿habrá reforma migratoria integral? Es una pregunta muy difícil de contestar. Para que haya una reforma migratoria intervienen una gran cantidad de factores y actores. En primer lugar, volvemos a la voluntad política y a la aparición de nuevos líderes que abanderen esta iniciativa. Es justo y meritorio mencionar el liderazgo del congresista Luis Gutiérrez, quien en un brillante discurso retó a todo el mundo a luchar por una reforma migratoria justa y a no poner obstáculos, que el llamo excusas y falta de voluntad, hizo un llamado a los antiinmigrantes a no culpar mas a la comunidad latina de todos los males que adolece la nación y que al contrario, estos, pueden ser parte de la solución.

En segundo lugar, es de vital importancia el cabildeo de los gobiernos que cuentan con inmigrantes en este país y que su economía depende en gran medida del flujo de las remesas. Este cabildeo debe de ir enfocado no solo ha pedir la legalización de sus connacionales, sino también de comprometerse ante la administración Obama a trabajar para que las condiciones de vida en sus países mejoren y así evitar que la emigración se vuelva un círculo vicioso.

Las organizaciones comunitarias también juegan un papel importantísimo, pero hasta ahora han actuado solas y a pesar de ello lo han hecho muy bien, han defendido a capa y espada a todo aquel inmigrante que es asediado y perseguido por el pecado de trabajar para llevarle el alimento a la boca a los suyos.

En todo proceso de cambio es crucial la participación ciudadana, si queremos ser aceptados en esta nación, hay que demostrar lo productivos que somos al país, tener buenas relaciones en la comunidad, respetar las leyes, pagar los impuestos, participar en forma cívica, aprender el idioma que acá se habla, educar a la gente que está a nuestro alrededor –especialmente a los anglosajones- de como nosotros contribuimos enormemente a este país y que a pesar de pagar impuestos no recibimos beneficio alguno.

Sin la participación de todos los actores mencionados, y algunos otros que se pueden unir a la causa, la reforma migratoria integral seguirá siendo nada mas un sueño truncado y la historia de familias fragmentadas serian la triste escena de cada día en nuestras comunidades. El tiempo es el peor enemigo y muchos analistas sostienen que al menos un borrador de propuesta debe pasar al gobierno antes de Agosto de este año, ya que entrado el proceso electoral, cualquier esfuerzo puede ser politizado y condenado al fracaso.

La lucha debe de continuar, todos somos inmigrantes y ya estamos acá, no nos queda más que seguir lo que dijo el congresista Gutiérrez: "Son ustedes, el pueblo quienes empezarían a tomar las calles de todas las ciudades de Estado Unidos y exigir la reforma”.

Finalmente, si tan solo fueran promesas no cumplidas, no nos dolería como nos duele el saber que estas promesas rotas están terminado en familias rotas, lo expresa una pancarta mostrada en la marcha: “Señor Obama, usted es padre de familia al igual que nosotros, queremos que nuestros hijos vivan como los suyos…en familia”.

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