¡UNETE YA!

25 feb 2010

CRISIS DE LA POLITICA Y DEMOCRACIA POPULAR

politica

Algo anda mal en la política y como consecuencia inmediata, algo no camina bien con la democracia. La crisis de la política es un lugar común y puede ponerse en discusión, pero en El Salvador, como herencia de 20 años de desastrosos gobiernos de ARENA que nos llevaron a una crisis institucional y estructural, aparece como un hecho que no admite duda.

El desaliento con la democracia se expande. El desánimo cunde entre funcionarios de varias reparticiones estatales y los políticos. El desprestigio de los partidos tradicionales de derechas está a la orden del día y el de la Asamblea Legislativa alcanza sus máximas cuotas. La distancia entre la ciudadanía y las instituciones por lo general es lejana cada vez más, sobre todo en áreas como la salud y la seguridad pública. Por tanto el gobierno actual debe acercar y profundizar esa relación tan necesaria para sostener su capacidad de gobierno y llevar a feliz término una primera etapa de cambios tan necesarios como urgentes.

Más allá de lo que pueda argumentarse en contra de tal visión, que muchos califican de exagerada o apocalíptica, es difícil refutar que se trata de un diagnóstico bastante generalizado. A su vez el fenómeno despierta lógica preocupación: una sociedad que incuba una política de tales características tiene por delante un horizonte nebuloso. La sola aproximación al problema de la crisis de la política desnuda su extraordinaria complejidad. La pregunta primera que debemos hacernos es si estamos frente a una crisis política y sus instrumentos o más bien una crisis de la sociedad.

El sentido común nos lleva a pensar invariablemente que las raíces de las crisis generalmente ocultas a la simple vista, en todo caso son múltiples y complejas. Un fenómeno de tal naturaleza jamás tiene una causa única o una explicación singular y superficial. La realidad es un sistema de problemas interrelacionados y ninguno de ellos surge de la “generación espontánea”; siempre será el producto de una acumulación histórica. El papel de los liderazgos políticos avezados es saber explicarse tales procesos históricos multi-causales. Quién no entiende la historia en su complejidad dialéctica, no entiende en qué realidad vive y por lo tanto no podrá transformarla en bien de los pueblos.

Además está el manto de la paradoja. En efecto, algunos intentan persuadirse que el desprestigio de la política haya estallado simultáneamente a la construcción decidida de la democracia radical. ¿Cómo explicar que al “ganar” la democracia haya “perdido” la política? La verdad es que no resulta intelectualmente posible soslayar tal paradoja. La excusa es invariablemente autoritaria y fascista.

Aún a riesgo de simplificar erróneamente el problema, es factible afirmar que independientemente que la ciudadanía deja de creer en la política cada vez más, el deseo de desarrollar y consolidar la democracia, crece paralelamente. Los pueblos son por naturaleza democráticos y su lucha histórica ha sido por la democracia, la libertad y la rebeldía contra el control y la opresión por parte del Estado, sea del tipo que sea.

En nuestro país el punto clave del ideal democrático es que ha despojado de legitimidad a cualquier otro régimen político, aunque en casos desesperados se clame por manos duras, lo que generalmente se confunde con la necesidad de un Estado fuerte, sólido (no necesariamente autoritario) que se convierte en la primera demanda para consolidar la democracia.

Expuesto el tema de la primera legitimidad (la del sistema) ha surgido con fuerza el tema de la segunda legitimidad (el de la eficacia del sistema) La primera legitimidad actúa hacia el pueblo y demás instituciones no gubernamentales, es decir, hacia afuera; la segunda actúa hacia adentro, esto es en relación a sí misma. De nuevo ¿cómo se puede perder ganando? ¿Cómo explicar que el avance de la democracia haya disparado su desprestigio?

Hay quienes afirman que al desplomarse las dictaduras la democracia se ha quedado sin oponente, pero los más lúcidos, entre estos Sartori (¿Qué es la democracia?), plantea que “vencer en la guerra no es vencer en la paz” La democracia se ha quedado sin enemigo externo (las Dictaduras), pero por eso todas las miradas se han volcado sobre su funcionamiento y efectividad. Y aquí es dónde se surgen con fuerza todas las falencias, omisiones y defectos que las acciones de lucha contra las dictaduras y el autoritarismo habían ocultado.

Estas y otras consideraciones explican que la reflexión sobre la política –sobre su crisis o su estado de situación, términos más suaves- se encuentre en el primer punto de la agenda. A su vez el debate sobre el rediseño o la “reinvención” del Estado le sigue de cerca. ¿Se trata de una coincidencia o existe una vinculación más estrecha –quizás no suficientemente evidente- entre ambos temas?

La tesis central de este artículo es sencilla. Advierte que la actual crisis de la política tiene causas múltiples y profundas. Advierte, sobre la reforma retardada, inconclusa o errónea del Estado. Asume que mientras el diagnóstico de tales causas no sea a la vez más preciso y comprensivo, será imposible revertir la actual tendencia. El desfase, anacronismo, ineficiencia y agotamiento del Estado tradicional (en su fase neoliberal) no es un dato más –junto a muchos otros- en la crisis de la política y la ineficacia del Estado actual (A. Allamand, 1997)

Aseguramos que mientras la política “no mejore” al Estado, seguirá ella misma “enferma” y no recuperará su liderazgo, perderá legitimidad, promoverá la corrupción y el clientelismo e incrementará la decepción a los ciudadanos. Para la gente común y corriente, el Estado es el instrumento de los políticos por alcanzar y ejercer desde allí el poder.

Los ciudadanos advierten que las leyes se hacen en un poder y la justicia es administrada por otro. Que las políticas públicas son materializadas por los ministerios y otras instituciones públicas. Que el Estado de derecho es sinónimo de fuerza y que desde esta premisa, está determinado para asegurar los bienes y privilegios de ciertos sectores.

Hay pues, insistimos, una vinculación directa entre política y Estado. Es más, la política se ha percibido como un conjunto de acciones hacia y desde el Estado. Ahora bien, si la actual organización, metas y acciones del Estado están en entredicho, fuerte cuestionamiento o incertidumbre hay que asumir que ello tendrá un fuerte impacto en la política.

Mirar el desprestigio de la política desde la necesidad de reinventar el Estado, es buscar allá donde están concentrados los problemas. Quizás, la crisis del Estado y la crisis de la política son –en grado importante-dos caras de la misma moneda.

El país está cambiando. La profundidad de la decadencia del viejo Estado autoritario burgués no admite nuevos parches (keynesianos u otros), sí necesitaría cada vez más cambios radicales, tentativas de abolición (superación) del marco civilizatorio actual, del caos de la sociedad diseñada por la burguesía luego de su largo dominio y hegemonía total, que ha provocado la reacción de las fuerzas humanas que ella misma desató.

*por Oscar A. Fernández O. (Politólogo)

LULA DA SILVA: “EL SALVADOR ES UN PAIS ESTRATEGICO PARA NOSOTROS”

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El presidente de Brasil, que llega esta tarde a El Salvador, contestó una entrevista a LA PRENSA GRÁFICA por correo electrónico. El mandatario se siente halagado por ser el referente de Mauricio Funes y anuncia un nuevo proyecto de etanol en Usulután.

Luiz Inácio “Lula” da Silva, el presidente de Brasil, llega esta tarde al Aeropuerto Internacional El Salvador para una visita oficial que se prolongará hasta mañana y que promete relanzar las relaciones diplomáticas entre ambas naciones.

De entrada, el Gobierno brasileño trae un crédito de $300 millones para que empresarios locales compren nuevos autobuses, emulando un sistema que la administración de Lula impulsó en Guatemala.

Además, viene a compartir su experiencia en otras áreas con su homólogo salvadoreño, Mauricio Funes. Lula cree que sus proyectos sociales bien podrían ser impulsados en el país y atacar la pobreza.

Para el Gobierno, la llegada del mandatario suramericano es sumamente importante, sobre todo porque el presidente Funes ha dicho, desde la campaña electoral, que Lula es su referente ideológico.

El visitante agradece la referencia y como consejo le recuerda que sus reformas sociales, basadas en el reparto de la riqueza, fueron en contra del Consenso de Washington, que promovió privatizaciones y desregulación económica. Lula asegura que la buena salud de la economía de Brasil demostró que el reparto de riqueza junto con las políticas sociales permitieron a su país entrar de último a la crisis financiera internacional y ser de los primeros en superarla.

La independencia de este gobernante le permitió ayer, incluso, ser el primer presidente de Latinoamérica en lamentar la muerte del preso político cubano Orlando Zapata, tras 85 días de huelga de hambre. Y eso que estaba en plena La Habana y acababa de hablar con Fidel Castro.

¿Qué puede esperar El Salvador de esta visita, presidente Lula?

El Salvador y Brasil tienen relaciones diplomáticas estables y amistosas desde 1906, pero he sido el primer mandatario brasileño en visitar este país, esta es mi cuarta visita a El Salvador desde 2003, cuando llegué a la Presidencia de la República. Vengo ahora para dar seguimiento a los esfuerzos de profundización y diversificación de las relaciones de Brasil con América Central. El Salvador es un país estratégico para nosotros en la región. Pretendo reforzar las relaciones bilaterales y ampliar la cooperación con el gobierno del presidente Funes para avanzar actividades conjuntas en materia de políticas sociales y de combate a la pobreza.

¿Hay acuerdos concretos por firmar y ejecutar? Se había mencionado la firma de un crédito por parte de Brasil para El Salvador. ¿Es así?

Sí, de hecho vamos a firmar un acuerdo de crédito de $300 millones entre el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de Brasil y el Banco Multisectorial de Inversiones (BMI) de El Salvador. Con dichos recursos queremos apoyar el proyecto de renovación de la flota de autobuses de El Salvador. Hicimos algo parecido con Guatemala, donde los primeros autobuses empezaron a llegar en enero de este año.

Vamos a firmar acuerdos en el área de la salud –para el desarrollo de un sistema nacional de bancos de sangre y hemoderivados en El Salvador– y de desarrollo agrario y fortalecimiento de la agricultura familiar. Ambos proyectos tuvieran gran éxito en Brasil. Hoy por hoy, por ejemplo, casi 70% de la producción de alimentos en Brasil viene de la agricultura familiar. Estoy seguro de que esa experiencia puede ser aprovechada por el presidente Funes. Esta semana, una delegación del Ministerio del Desarrollo Agrario de Brasil vino a San Salvador para definir los detalles de esa cooperación. Vamos a actuar en apoyo de alimentación y nutricional en el ámbito del Proyecto Escuelas Vivas.

¿Qué ha sucedido con proyectos de los que se había hablado con gobiernos anteriores de El Salvador, como por ejemplo el de la producción de etanol? ¿No hubo resultados?

Los proyectos firmados con gobiernos anteriores siguen vigentes y avanzan bien. Con relación a los biocombustibles, nuestros países vienen trabajando conjuntamente para incrementar la producción en El Salvador. Creo que El Salvador tiene una ventaja estratégica fundamental: puede exportar etanol a Estados Unidos sin aranceles. He hablado repetidas veces con el presidente Obama sobre la importancia de promover los biocombustibles en América Central. El Salvador es uno de los ocho beneficiarios de la cooperación que tenemos con Estados Unidos en esa área. En estos momentos, los técnicos brasileños están evaluando la posibilidad de construcción de una usina (planta) de producción de etanol en Usulután, que tendría la capacidad de producir 100 millones de litros anuales de etanol de caña de azúcar. Al igual, consideramos un crédito para la adquisición de nuevos equipamientos para la usina El Ángel –uno de los más grandes y más antiguos productores de azúcar de El Salvador– con miras a producir electricidad a partir de los desechos de la caña y producir etanol para el mercado de la Unión Europea.

El presidente Funes, miembros de su gobierno y una comitiva de empresarios visitaron Brasil en septiembre pasado y hubo conversaciones, además del tema de transporte público, sobre asesoría técnica agrícola y un acuerdo de asociación entre Centroamérica y MERCOSUR. ¿Qué ha pasado desde entonces de parte del Gobierno brasileño para con El Salvador?

La visita del presidente Funes a Brasil en septiembre de 2009 fue muy provechosa. Se cumplió una intensa agenda de trabajo en Brasilia y Sao Paulo entre miembros de gobierno y empresarios de lado a lado. La Federación de Industria del Estado de Sao Paulo (FIESP) organizó un evento para ampliar la interacción de los sectores privados de los dos países. Dando seguimiento a dicha visita, importantes empresas brasileñas van a enviar sus representantes a San Salvador para el seminario empresarial bilateral que realizaremos el día 26 de febrero (mañana). También voy a tratar con el presidente Funes aspectos del acuerdo de asociación entre el SICA y el MERCOSUR. Todos ganaremos con una mayor aproximación comercial entre nuestras regiones. Nuevas oportunidades comerciales y de inversiones resultarán. Esta va a ser una de las prioridades de Brasil en el segundo semestre de 2010, cuando asumimos la presidencia pro témpore del MERCOSUR.

Las economías de Brasil y El Salvador no tienen comparación en cuanto a tamaños y desarrollo. Brasil es de las economías emergentes. Por tanto, ¿usted considera realmente que El Salvador pueda ser atractivo para inversionistas brasileños o solamente es atractivo para el Gobierno brasileño?

El Salvador ya es atractivo para los inversionistas brasileños. Y podrá serlo aún más en el futuro. Empresarios solo van a eventos empresariales cuando vislumbran intereses muy concretos. Pero lo que hicimos hasta ahora no es suficiente. Tenemos que despertar, sobre todo en el empresariado brasileño, la necesidad de mirar hacia Centroamérica y al Caribe. Eso pasó con nuestros vecinos suramericanos. Durante mucho tiempo, el sector privado en Brasil solo miraba a Europa y Estados Unidos y vivíamos de espaldas a América del Sur. Pero todo eso cambió. Con el MERCOSUR y la UNASUR tuvimos un renovado empuje hacia la región. Estoy seguro de que lo mismo va a pasar con América Central y el Caribe.

Otra medida de gran importancia para la aproximación de nuestros países fue la decisión de Brasil de adherirse al Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), en la condición de miembro extrarregional. El ingreso de Brasil al BCIE facilitará la creación de proyectos de desarrollo económico y social que involucran a empresas de ambos países, aproximando el sector privado brasileño y centroamericano.

El presidente Funes lo coloca a usted como un referente. Su nombre ha estado en el discurso de Mauricio Funes desde la campaña, durante la toma de posesión y en reiteradas ocasiones en intervenciones públicas con los medios. Para usted, ¿qué significa exactamente ser este referente?

Me quedo muy complacido por esas referencias, especialmente porque sé que se relacionan con los avances sociales que Brasil obtuvo en los últimos años. Pero quienes merecen los créditos por todo de bueno que ha pasado en mi país es el pueblo brasileño. Los trabajadores y campesinos que producen nuestra riqueza. Los empresarios que generan empleos y acreditan en nuestro país. Los jóvenes y estudiantes que son nuestro futuro. Los funcionarios del Estado que formulan y llevan adelante las políticas públicas. Los intelectuales y científicos que producen ideas, ciencia y tecnología de punta indispensables para un desarrollo pleno e integrado.

¿Cómo está viendo usted el gobierno actual de El Salvador?

Conozco al presidente Funes hace mucho tiempo. Tengo la convicción de que él tiene todas las cualidades necesarias para hacer un excelente gobierno. Al igual que Brasil, El Salvador necesita de alguien que gobierne con la razón y con el corazón. Y el actual gobierno cuenta con mucha gente preparada técnicamente y que conoce a fondo las necesidades de la sociedad salvadoreña. Al tomar posesión en medio de la mayor crisis financiera y económica internacional de las últimas décadas, el presidente Funes actuó de manera valiente e inteligente al adoptar medidas anticíclicas del Plan Global Anticrisis. Fue exactamente lo que hicimos en Brasil con muy buenos resultados.

El gobierno del presidente Funes impulsa una reforma fiscal que tuvo una dura oposición y cuestionamientos de los empresarios. ¿Usted recomienda un pacto fiscal con el sector empresarial? ¿Cómo ha hecho el presidente Lula para poder desarrollar una fuerte economía, con programas sociales ejemplares y con una dinámica sólida y productiva de la empresa privada?

No hay una receta que se pueda aplicar igualmente en todos los países. De nuestra experiencia lo que vale la pena subrayar es el hecho de que en un país como Brasil, con una enorme deuda social, el Estado tiene un rol fundamental en reducir las desigualdades y, para ello, necesita de los fondos que provienen de los impuestos. En muchos países de nuestra región, la carga tributaria es demasiado baja para hacer frente al desafío de rescate de la deuda social. Se engañan aquellos que creen que el mercado, por sí solo, lo hará. En Brasil, fue fundamental superar los antiguos dogmas que marcaran profundamente las élites políticas e intelectuales. Fuimos por mucho tiempo rehenes de la tesis de que el crecimiento de la torta era precondición para distribuirla. Es decir: solo después del crecimiento económico podríamos pensar en políticas sociales y la distribución de la renta. Mi gobierno desafió dichos dogmas y comprobó todo lo contrario: que la distribución de la renta genera crecimiento, amplía el mercado consumidor y estimula la producción. Se viene produciendo un círculo virtuoso en Brasil de desarrollo económico y social simultáneo. Si hubiéramos seguido los preceptos del Consenso de Washington, de reducción del rol del Estado, de privatizaciones generalizadas y de desregulación de la economía, la crisis financiera internacional sería catastrófica para nuestro país. Como hicimos todo lo contrario, Brasil fue el último en entrar y el primero en salir de la crisis.

Actualmente El Salvador vive una situación complicada de inseguridad. Algunas de las ciudades más importantes de Brasil, como Sao Paulo, han vivido momentos difíciles con el crimen. ¿Qué hizo Brasil y qué recomendaría a El Salvador para enfrentar esta situación de inseguridad?

En Brasil, aunque la seguridad pública esté bajo competencia de los Estados de la Federación, el Ejecutivo Federal viene desarrollando varias medidas para combatir la criminalidad. Con el Programa Nacional de Seguridad Pública con Ciudadanía (PRONASCI), nosotros pasamos a ofrecer 94 acciones destinadas al combate y la prevención al crimen. Una de ellas es la que involucra a los jóvenes en actividades deportivas, culturales y de formación profesional. La Secretaría Nacional de Políticas sobre Drogas también contribuye con la capacitación de 15,000 agentes comunitarios de todo país para actuar en la prevención de la criminalidad relacionada con el uso de drogas. En las áreas más carentes y con mayores índices de homicidios implantamos los llamados Territorios de Paz. Con el apoyo del gobierno federal, fuerzas de seguridad de los estados, especialmente entrenadas, actúan en las comunidades y allí permanecen mientras desarrollan acciones sociales. Las cifras de violencia se han reducido en los estados en los cuales se ha aplicado el PRONASCI. Brasil está disponible para brindarle a El Salvador todo el apoyo necesario para conocer mejor e implementar esas iniciativas.

Hablando de Centroamérica, me gustaría saber si Brasil reconocerá al nuevo gobierno de Honduras, del presidente Porfirio Lobo. ¿Sí, no, por qué?

Brasil hace hincapié de su compromiso con la democracia. Y lo que pasó en Honduras fue un golpe de Estado contra un presidente electo democráticamente. Se estableció un pésimo precedente para América Central y para toda la América Latina. No podemos tolerar rupturas del orden constitucional. El desafío para Honduras sigue siendo el de la reconciliación nacional. Estamos conversando con otros países de la región con miras a definir una posición común y consistente sobre el tema. El gobierno del presidente Lobo tiene, sin embargo, que dar pasos concretos, que permitan la plena reintegración del presidente Zelaya en la vida política de Honduras, su vuelta al país y su amnistía, además de iniciativas que impidan la repetición de los trágicos acontecimientos que desembocaron en el golpe.

Hablando un poco sobre Brasil. Se está a pocos meses de elecciones presidenciales y la candidata del PT, Dilma Rousseff, que a su vez es la persona que usted respalda, no goza de la misma popularidad que usted. ¿No teme que le suceda lo mismo que le ha sucedido a la presidenta Michelle Bachelet que siendo de las más populares su candidato no pudo ganar las elecciones pasadas?

No tengo ningún temor al respecto. No se puede trasladar situaciones de un país a otro de forma mecánica. Chile y Brasil son dos democracias, pero que tienen sus especificidades. Además, la solidez de la candidatura de Dilma Rousseff no está en el apoyo que yo le pueda brindar, sino que es la candidata del Partido de los Trabajadores, un partido con 30 años de lucha en favor del pueblo, con gran capilaridad social y de alcance nacional. Además, Dilma será la candidata de una amplia coalición política, formada por partidos fuertes de izquierda y de centro, que reúnen un gran número de diputados, senadores y gobernadores. Estoy tranquilo y tengo mucha confianza en que Dilma vencerá en las elecciones.

*por Gabriel Trillos para LPG

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