Está frente al espejo. Tiene sobrepeso y se le nota. Se llama FMLN y ganó la presidencia en sociedad con Mauricio Funes. Y aunque ni siquiera ha pasado un año después de asumir lo que tanto quería, el poder Ejecutivo, ya se pregunta si debe convertirse en un partido de oposición al gobierno; es decir, de oposición a sí mismo.
*por Sergio Arauz para El Faro
A tal punto han llegado las reflexiones de algunos dirigentes del partido de izquierdas después de examinarse frente al espejo y advertir cosas que no les gustan, que ya quieren proponer a la Comisión Política un debate abierto sobre cómo comportarse ante el gobierno que dirige Funes y del que son parte. Incluso en el mismo gabinete de gobierno hay quienes reflexionan sobre el dilema de gobernar y no perder sustancia, de gobernar y no perder identidad. “¿Qué hacer frente a un presidente que no es nuestro presidente?”, se plantea un ministro, militante del FMLN, que observa cómo algunas decisiones del Ejecutivo pasan prácticamente por contradecir el discurso histórico efemelenista.
Después de un corto trecho caminando con Funes, pero sin ir de la mano, el FMLN empieza a preguntarse cosas. Es su crisis de los 30s. La pandilla de amigos con la que buscó la revolución está dispersa. Murieron algunos grandes, como Schafik Hándal, esa voz que todos seguían, el que tenía claro el rumbo y al que nadie se atrevía a replicar. La sombra de convertirse en lo que antes aborrecían les persigue: con saco, corbata, guardaspaldas, todoterrenos, secretarias y muchos papeles en el escritorio... El FMLN no se acostrumbra al papel de burgués y no sabe cómo sobrellevarlo... o si combatirlo.
¿Pero cuánto ha ganado el FMLN? ¿Ha ganado algo ganando la elección presidencial? Las preguntas incómodas germinaron y crecieron poco tiempo después de llegar a Casa Presidencial. No es lo mismo perseguir el poder que ser el poder. Lo que antes era fácil reprochar ahora no lo es tanto. Antes, por ejemplo, era fácil pujar por una reforma fiscal que se titulaba "los que tienen más tienen que pagar más". Ahora hay que aprobar y pujar por una reformita que no se parece en nada a lo que habían soñado y prometido en años anteriores.
Un miembro de la Comisión Política resume el descontento consigo mismos en una pregunta que, según dice, está a punto de entrar a debate a la dirección efemelenista. “¿Es mejor ser un partido de oposición inteligente o un partido de gobierno tonto?".
Según este dirigente, la oposición que hacía el partido cuando Arena gobernaba era la necesaria para este país urgido de cambios. Luchaba por cambios. Ahora, con un gobierno que desde la misma campaña electoral comenzó a desdecir el discurso histórico efemelenista -nada de derogar la Ley de Amnistía-, se ven al espejo y se ven cara de tontos. Lo de tonto viene por algunos signos que a su juicio le pueden hacer daño al partido: "Mire, si no hay sensación de cambio, la gente le puede pasar la factura al partido, aunque todavía es temprano, las encuestas nos tienen muy bien, pero, ¿cuánto va a durar en la gente esa espera por el cambio?"
Los dirigentes efemelenistas están temiendo que la gente, el electorado, "el pueblo", termine concluyendo que el gobierno del cambio sea muy parecido a los gobiernos anteriores, en la medida en que ha dicho no a muchos sí de la mochila de reivindicaciones del FMLN. ¿Cuántos no del presidente puede contar el partido frente el espejo? No al Alba de Chávez, no a la revolución bolivariana, no a amigarse del nuevo referente del sur, no a una nueva tabla de impuestos progresiva para que los que tienen más paguen más que lo que ya pagan, no a la eliminación del cargo básico a la telefonía fija, no a investigar y publicar sobre la presunta corrupción de gobiernos anteriores, no a la abolición de la Ley de Amnistía, no a presidir el Registro Nacional de Personas Naturales, no a no reconocer el gobierno de Honduras heredado de un golpe de Estado...
Un dirigente y asesor de la Comisión Política añade un ingrediente que va ensanchando la grieta que separa al presidente de su partido. "Mire, no, el problema no es que haya una mala comunicación entre el presidente y el partido, nooo, el problema es la no comunicación", sentencia. El único enlance que ya no es tan enlace, pues para algunos es más cercano al FMLN que al mismo presidente, es el secretario de Asuntos Estratégicos, Hato Hasbún.
Luego de la reforma fiscal, el FMLN se tragó un veto disimulado que favoreció principalmente a una transnacional millonaria amiga del presidente. La telefónica Claro es del conglomerado de empresas del hombre más rico del mundo, el mexicano Carlos Slim, con quien el mandatario mantuvo una reunión muy cordial en diciembre de 2008 cuando era candidato presidencial. En aquella ocasión, según reportaron medios de comunicación mexicanos, Funes describió a Slim como su amigo. El FMLN intentó en enero de este año eliminar la tarifa básica de líneas fijas, y el presidente respondió no solo con una negativa, sino con una serie de críticas contra el partido, al que incluso llegó a llamar populista e irresponsable. Funes dijo que era mejor negociar con la operadora. Y hubo negociación, y al final la Asamblea emitió un decreto que modificó el cobro, reduciéndolo en un poco más de un dólar, pero Claro terminó ganando más porque la Asamblea modificó otros cobros.
Las quejas sobre el rumbo del gobierno en manos de Funes abundan y se intensifican en diversidad de blogs y en medios de comunicación como la radio cadena Mi Gente. Esta radio y su propietario, el pastor evangélico William Chamagua, hizo proselitismo abierto por Funes y el FMLN. Pero hace meses que la fiesta conjunta se esfumó. En uno de sus más recientes podcasts, intitulado "Los traidores del pueblo", la radio retoma una historia bíblica para hacer un paralelo con Funes. "Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al espíritu santo?", lee el predicador, para luego aterrizarlo en El Salvador. "¿A cuántos malos salvadoreños les ha corrompido Satanás el corazón? Por supuesto que no es solamente el señor Funes, a quien el diablo ha comprado y tiene hoy arrodillado por unas cuantas monedas de plata..."
En noviembre de 2005, José Luis Merino, uno de los tres máximos dirigentes del FMLN, dijo a El Faro que el propósito de buscar la presidencia era convertirla en un peldaño para llegar a construir un nuevo sistema político, porque el partido se definía como "antisistema". Ahora el partido es el sistema y todo lo que antes criticaba el partido ahora le es criticable al partido.
Pero el partido no puede desligarse del gobierno y disponer su artillería contra lo que no le gusta porque sería dispararse a sí mismo. Como sucede con el debate sobre quién dirige el Registro Nacional de las Personas Naturales (RNPN), ese organismo que tiene bajo su responsabilidad nada menos que la base de datos de los votantes. El FMLN aspira a que las cosas se mantengan como durante los gobiernos de Arena, o sea, que el partido de gobierno nombra al presidente del RNPN. Pero Funes dijo que no y rechazó un decreto legislativo aprobado por efemelenistas y los diputados del movimiento Gana. Está claro que presidente y su partido están en este punto en contraposición. Pero el partido se ha cuidado de criticar abiertamente al presidente, aunque esta semana dio una muestra de lo que puede hacer: la protesta de calle. Por primera vez el FMLN le sacó a la gente a protestar contra una medida del presidente. El FMLN organizó el miércoles una manifestación en el centro de gobierno protestando contra lo que consideran una injusticia porque el partido no puede poner a alguien suyo en la silla más alta del Registro. Aunque se cuidaron de mencionar a Funes, la protesta era contra quienes se oponen a que el partido ocupe el cargo.
Las manifestaciones de descontento por ahora han sido discretas dentro del FMLN, un partido al que como ingrediente adicional de complicación se le agrega que está en período de reacomodo interno. Al final de este año, los efemelenistas elegirán nueva dirección. Hasta ahora se mantienen firmes los liderazgos de las tres cabezas que conducen el secretariado: aparte de Merino, conocido como "Ramiro Vásquez", están el coordinador Medardo González y el vicepresidente Salvador Sánchez Cerén. Algunos le reconocen a la flexibilidad de Medardo González y al acompañamiento de Sánchez Cerén haber convertido en exitoso en justas presidenciales a un partido que venía de tres derrotas consecutivas a manos de Arena.
Un ministro del gabinete que también es militante efemelenista cree que si estos liderazgos se mantienen en relación estrecha, el partido seguirá en el camino de modernizarse y no volver a los fantasmas de la purga interna.
Pero en pleno proceso de cara a la elección de una nueva dirección, comienzan a ebullir nuevas ideas. Un alcalde que forma parte del Consejo Nacional habla de "pequeñas voces" que están queriendo poner en duda la continuidad de Medardo González como coordinador general, porque lo consideran el principal responsable de que el partido esté dejando su identidad, soportando los designios por los que Funes, con sus decisiones, los está arrastrando. Estas voces hablan de liderazgos más firmes que se sienten a platicar "de tú a tú" con el presidente desde otra silla presidencial: la de la Asamblea Legislativa.
Aquí entra otra pieza que ha comenzado a aparecer entre los tres liderazgos consolidados: el diputado Sigfrido Reyes. En la misma fracción legislativa lo describen como un parlamentario que está trabajando para construirse a sí mismo como una opción, como candidato, como liderazgo. Él quiere, dicen, pero dudan de que pueda. Pareciera, quizás, como una situación de río revuelto y ganancia de pescadores. "Mire, si ahí está Sigfrido (Reyes), pero él no tiene bases, todos sabemos que está trabajando mucho... declaraciones por un lado, se toma fotos en todas partes, en su equipo de colaboradores se nota: todos tienen que ver con comunicación y mercadeo", dice un dirigente, que señala que Reyes es entusiasta pero no tiene apoyos entre la militancia.
Sin embargo, la ausencia de un liderazgo marcado, como el de Schafik Hándal, dejó un equipo que tiene que ponerse de acuerdo y dentro de ese acuerdo, casi todos los dirigentes apoyan la idea de que Merdardo González siga siendo la voz institucional del FMLN. "En la Comisión Política habrá cambio, este año se elige nuevas autoridades, pero no crea que esto se reflejará tanto en caras: el equipo de la Comisión Política ya tiene a Medardo, Norma (Guevara), Ramiro (Vásquez), Roberto (Lorenzana), Lorena Peña, Violeta Menjívar... usted sabe quiénes son", ilustra un diputado, sobre sus expectativas de poco cambio para fines de año.
Hasta el año pasado, el partido despotricó contra la corrupción y su retórica era no ser complacientes con los corruptos. Ahora el FMLN calla cuando el presidente dice que llegó a la presidencia a terminar con la corrupción, pero que no le interesa perseguir corruptos. Schafik Hándal decía que el principal problema del partido tras la firma de los acuerdos de paz fue indenficar al enemigo que en la guerra era tan fácil definir. Decía Hándal: “Los enemigos se esconden dentro de la publicidad. Y durante la guerra estaba muy claro quién es el enemigo y para toda estrategia eso es clave. El enemigo aparece como que es demócrata y no lo es. Incluso cuenta con quienes creen que la verdad debe matizarse y que debe equilibrarse.”
Tras la guerra fría, y con 20 años en el poder, Arena y “la derecha del capital” se dibujaron como el principal enemigo. Muerto Hándal, y con un enemigo muy disperso -Gana, Arena, PCN, ¿capital?-, el FMLN está confundido. No sabe a quién apuntar. No sabe qué es esa “derecha” a la que antes atacaba y ni siquiera sabe si la derecha está ahí tan cerca de sí mismo como en la Presidencia de la República. Algunos temen que el presidente que llevaron al poder se convierta en esa “derecha” que aparece difusa. Muchas cabezas del FMLN piensan que esa derecha se quiere robar a su presidente. Algunos incluso creen que ya es casi causa perdida.
¿Cómo se pierde un presidente de izquierda? Hándal también ya había hablado de cómo “la derecha” o “el sistema” se robaba a los líderes de izquierda: “Cuando venimos a la vida política legal, inmediatamente comenzamos a ser objeto de acciones de los dueños del sistema y una de esas consistía en que cada semana nos invitaban hasta dos o tres veces a las casas grandes, de los señores, de los ricos, de los oligarcas. Yo fui y nos atendía la misma familia, la esposas, los hijos, las hijas: ¿cómo va a querer el whiskito?”
Sánchez Cerén, Medardo González y Ramiro Vásquez son los herederos del líder que tenía claro el rumbo y el enemigo. Unos dicen que el coordinador general debe seguir al mando. Otros, sin valor de decirlo en público, dicen que hay que sondear la posibilidad de cambiar al que levantó la mano del primer presidente de izquierdas.
Al verse al espejo, este FMLN no sabe si se gusta aún. Han pasado 30 años y los recuerdos de batallas pasadas le sacan un sonrisa triste, nostálgica. Recuerda cuando luchaba contra la privatización, el Tratado de Libre Comercio, la dolarización... Esto lo hizo con traje y corbata, desde la Asamblea y a veces en la calle, marchando. ¿Y Ahora? ¿Contra quién? Sí al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, sí a la dolarización, sí a las privatizaciones disfrazadas de concesión, sí a Estados Unidos, sí a plantarle cara a Chávez...
Ahora, antes de cumplir un año en el gobierno y cuando se acerca a los 30 años de edad, el autoanálisis frente al espejo dice: ¿Sigo en contra del sistema cuando yo soy uno de los capitanes del sistema? ¿O soy oposición a Mauricio Funes y sus amigos cercanos que también controlan una buena parte del sistema desde Casa Presidencial?
El problema se complejiza porque al FMLN también le toca buscar aliados, incluso en la misma Asamblea Legislativa y supuestamente en favor de medidas que promueve Funes: "¿Buscamos alianza con Gana, con Arena... y si Gana se va con el presidente, o buscamos alianza con Ciro (Cruz Zepeda)?", se pregunta un diputado con más de tres períodos de experiencia. Hace menos de dos semanas, el FMLN se atrevió a conversar con el PCN la posibilidad de hacer un trueque: sacrificar el período de 15 meses en que a su diputado Sigfrido Reyes le correspondería presidir la Asamblea, a cambio de nombrar al presidente del RNPN. Esa negociación aún no tiene salida.
El análisis de la crisis de los 30 también pasa por una pregunta: ¿Cuántas negativas del presidente se puede soportar sin hacer el ridículo y sin desdibujarse? Unos dicen que el último no, el de la presidencia del RNPN, dolió demasiado y con este basta. Otros dicen que hay que esperar a 2012. Una gran parte, aparentemente mayoría, predica y puja por la paciencia. Otra parte ya pide volver a lo que durante 20 años fueron: un partido de oposición.