¡UNETE YA!

25 mar 2010

ES TIEMPO DE UN CAMBIO

Es absolutamente inaceptable la partidización que los políticos hacen de todo en la Asamblea, y los movimientos que indican que los diputados defienden intereses particulares, no los de los salvadoreños. Es tiempo de un cambio.

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*por Rafael Castellanos para LPG

Polarizan absolutamente todo; raya en el aburrimiento. Muestran su incapacidad de ver más allá de lo único que conocen, ese discurso de pleito repetido hasta el hastío: “digo negro porque dices blanco”, y mañana lo contrario. “Hoy digo blanco, y de que se extrañan, si durante 20 años ustedes dijeron blanco”, y al revés los otros.

Abanderan el hastío que produce esta conducta de algunos dirigentes, porque su presencia aburre. Sería refrescante para la democracia ver rostros diferentes, pero es claro que la mayoría lucha por mantener sus cargos como modus vivendi, y no para servir.

En la nomenclatura del FMLN no caben algunos de los mejores, los más tolerantes, plurales y con una concepción más cercana del rumbo del país y que son los que la mayoría de la población quiere. Esos están en la periferia, fuera del núcleo en el poder del partido.

Provoca frustración ciudadana la repetición de un patrón conocido, sobre todo por el sentido de impotencia de no poderlo cambiar, de estar prisionero de una situación inaceptable pero inescapable.

Molesta el argumento pobre de un siempre presente diputado del FMLN, reaccionando al acercamiento de la comisión de seguridad de la Asamblea a indagar a la PNC por la protección que dieron a las familias y amigos de pandilleros, que protestaron por el maltrato que reciben en la cárcel... “De que se extrañan, ya ha sucedido antes”.

Más bien la opinión pública quisiera conocer su postura. ¿Actuó bien o mal la PNC y por qué? Honestamente, sin desacreditar al contrario, explicando al pueblo. La ciudadanía se indigna de que cuiden esa manifestación, en vez de a las víctimas de los pandilleros. Si la percepción pública es equivocada, quisiera escucharlo con respeto a ella, no irrespetando a los otros diputados.

¿No debería haber acompañado a esa comisión alguien del FMLN? La postura de investigar, preguntar, hacer luz sobre un hecho irregular a los ojos de la población lo amerita. ¿Por qué la politización-polarización? Ya basta, es tiempo de un cambio.

Hay quienes ven más allá y creen que el FMLN, o algunos de ellos, tienen cuando menos tolerancia, si no más que eso, con la delincuencia y los hechos que mantienen en zozobra a la sociedad. Yo no lo creo a la fecha, pero con las actitudes que vemos abundantemente se presta a pensarlo.

De no ser cierto, es procedente desmentirlo con hechos y posiciones consistentes, no es saludable que flote en el ambiente esa percepción tan delicada.

Otro factor que molesta mucho es la percepción de que en la Asamblea se protegen intereses económicos particulares en las leyes que pasan. Esto viene de años, pero pareciera que últimamente se ha perdido el pudor. Con micrófonos abiertos, diputados se quejaron de que su porción del botín no fue tan buena como la de otro, que participó más en inclinar la balanza.

Algunos se han distinguido en el tiempo por esa conducta viciada, a ellos hoy se agregan más. La gente no es tonta y se da cuenta, hay filtraciones y al final, las discusiones terminan en leyes que no favorecen a la gente. Es tiempo de un cambio.

Igualmente chocante es la disputa por cargos y privilegios en la Asamblea, en la Corte Suprema, en diferentes ministerios... A los funcionarios se les olvida que están allí para servir al pueblo, para servir al Estado, como juraron, no para servirse de él. Es tiempo de un cambio. ¿Qué se necesita?

LOS SALVADOREÑOS YA “SABEMOS” QUIEN MATO A MONSEÑOR ROMERO

Ahora recién comienza un recambio en la oligarquía y el concurso de nuevos ricos venidos de alas de supuestas izquierdas y derechas. Mientras el recambio no sea total, radical y revolucionario, seguiremos sabiendo quién mató a Monseñor Romero, pero no sabremos los detalles de toda la verdad ni veremos a sus asesinos arrepentidos o presos.

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*publicado por Las Crónicas

Hace 30 años, el país más pequeño de América Latina, se sorprendió y sorprendió al ser testigo y víctima colectiva del Magnicidio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez. El germen militarista de la oligarquía salvadoreña, llevaba años siendo alimentado por la horrenda hazaña del General Maximiliano Hernández Martínez en contra de los pueblos naturales; la masacre de 1932 se mantenía fresca en la memoria del poder oligarca salvadoreño, que tomaría aquel ejemplo de asesinato, masacre e impunidad, como la fórmula ideal para mantener sus privilegios a costa de la vida de las mayorías que exigían cambios, mejoras económicas y salariales, democracia y participación. El anticomunismo se instauró en El Salvador, al mismo tiempo que se instauró una especie de feudo monárquico, en el que el baile opulento de 14 familias en su mayoría de origen extranjero, cimentarían su poder oligárquico en el dinero y el Ejército, así como sus relaciones con algunos cuatreros norteamericanos que terminaron por llegar a la política y convertirse en grandes corporaciones que continúan moviendo el hilo de la vida planetaria.

A  finales de los 70s del siglo XX, la explosión demográfica mundial, el hippismo y las drogas, la nueva revolución industrial de América y el sentimiento imperialista del Hombre usaricano conquistando la Luna, hicieron una especie de cóctel social explosivo, además condimentado con la barba y rostro del Ché Guevara, Fidel Castro y una revolución rusa hasta ese momento firme e inmaculada. Tanta libertad de movilización, ideas y apariencias, ocasionó un despertar en las diferentes instituciones: Iglesia, Academia y Sociedad, menos en nuestros Gobiernos. Mientras la sociedad de consumo avanzaba a pasos agigantados con su publicidad, apertura y cambios rápidos, visión cosmopolita, los regímenes políticos y sociales se quedaban rígidos y desfasados, descoloridos y acartonados, ceñidos en una visión militar y de orden que desentonaba con la sicodelia de la época.

Las Iglesias clamaban por cambios. Monjas yeyés, curas barbados y subversivos, misas en plena selva o campo abierto, discursos profundos que apelaban al cambio social, la igualdad, la muerte del racismo y la búsqueda de un Cristo más humano. Las Universidades proclamaban las revolucionarias ideas de Antonio Gramsci, Engels, Marx, Luxemburgo, Trostky. Los muchachos de pelo largo, de Liverpool o la Zacamil, querían romper los muros and don’t need your education, Estado. Las mujeres dejaron de imitar a las vírgenes para imitar al diablo con vestido azul, usaban rimel, botas, minifaldas y pelucas. Si hoy en dia la revolución se palpa en términos digitales, en aquel entonces era en términos culturales, los patrones y esquemas habían sido trastocados y los padres e hijos se miraban como humanos a marcianos. Era la época de los grandes cambios culturales y sociales, experimentados desde el hombre hacia su entorno y no a la inversa, como ahora.

Pero la realidad no era color de rosa, como las agujetas de una canción de la época, y las penas de los pueblos latinoamericanos no se resolvían con auto cines, malteadas de chocolate o fresa o she loves you, todo lo contrario, el problema de América Latina seguía siendo el mismo de la época de la conquista y de los años 1822 y 1932, la tenencia de la tierra. La tierra, principal fuente de producción y trabajo, estaba concentrada en tan sólo 14 familias, todas de origen extrajero, principalmente judeo-palestinas, cierto por más oxímoron que en dicha frase y relación exista.

Mientras los países industrializados producían autos, moda, cine, riqueza; para nuestros países subdesarrollados y dependientes, la producción nacional se contaba en pobres, dictadores, ejércitos y muertos. El abismo entre los mundos del Norte y el Sur nunca ha sido tan grande como en aquella época. Pero de la misma manera, la producción de ideas libertarias y humanistas era intensa y de gran calidad en un mundo donde se podía soñar todo pues no se podía hacer casi nada. En ese El Salvador hubo hombres y mujeres cuyos sueños y talentos han dado la vuelta al mundo, entre ellos el más universal es Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

Asumió en febrero de 1977 el nombramiento de Arzobispo de San Salvador, el mayor reconocimiento eclesiástico de la Iglesia salvadoreña. Romero se convirtió en el jerarca de una iglesia católica que apoyaba directamente al poder dictatorial militar y oligarca; asume ser Arzobispo de una capital que aún no experimentaba la inmigración alta de pobladores rurales, pero cuyos signos iniciaban ante la represión en las fincas y los bajos salarios. La guerrilla urbana tenía unos cinco años de estarse formando e instruyendo, así como estaba conformado un amplio movimiento social, sindical y estudiantil. Ya existían desaparecidos, ya se realizaban pequeñas masacres en cantones y fincas, ya se reprimían marchas y los derechos humanos eran violados a toda hora y en todo el territorio nacional.

Los pobres de El Salvador, organizados y en su mayoría católicos, ya eran conscientes que la clase social explotadora, la oligarquía de las 14 familias, eran las dueñas del Estado, el Ejército y los medios de producción. También eran conscientes que sus ideas eran contrarias a las ideas e intereses de esta oligarquía, y que era esta oligarquía la que vigilaba sus pasos, los perseguía y ordenaba a los “gorilas militares” las muertes, desapariciones y torturas. También eran conscientes aquellos pobres salvadoreños, que la oligarquía era ayudada por el gobierno de los Estados Unidos, cuyo interés en la región – en aquella época- era una de tipo geográfica que garantizara el aislamiento de las ideas y sistemas ruso y cubano de su área de influencia.

Los pobres de aquella época siempre estuvieron claros de todo aquello, en esos momentos antes de la guerra; sabían que su sufrimiento era producto de la avaricia de una clase dominante, a la que llamaban patrón, rico y al que muchas veces conocían bien, porque eran peones de sus fincas, capataces de sus haciendas, nanas de sus hijos. No le echaban la culpa a la delincuencia común, porque la delincuencia común no tenía aquellos medios ni se hacía de ellos para matar a otros; tampoco le echaban la culpa a los otros, a la guerrilla, de aquellas muertes, fue hasta que la guerra comenzó a gestarse que algunas cosas se volvieron oscuras, incomprensibles, objetables.

El día que mataron a Monseñor Romero, la tarde-noche del 24 de marzo de 1980, la bala que lo mató le provocó una hemorragia como pocas se veían en aquella época por estas tierras, los expertos militares hablan de un arma de origen judío, la cual provocaba ese tipo de muerte casi instantánea por hemorragia. Ese mismo día, el asesino que lo mató, la mano que haló el gatillo tuvo que recibir la protección de muchos, el dinero de muchos y la ayuda de unos pocos que estuvieron dispuestos a involucrarse en el acto terrorista más grande de nuestra historia, por la trascendencia misma del hecho.

Ese mismo día, la Guardia Nacional se encargó de obstaculizar las primeras investigaciones judiciales, tan difíciles en una socieda anti democrática. La Guardia Nacional era manejada, vox populi, por el General Chele Medrano y el Mayor Roberto d’Abuisson, el chelito. Roberto  d’Abuisson siempre fue señalado, por los mismos Estados Unidos, como el organizador de los Escuadrones de la Muerte, con el apoyo y a veces un tipo de extorsión que realizó al clan de las 14 familias y el resto de la oligarquía que flotaba alrededor de dichos patriarcas.

El 24 de marzo de 1980, estallaron bombas en todas las agencias bancarias de la capital, que no pasarían de 7 ó 10, pero nunca se supo quién las estalló. La guerrilla tampoco ha declarado que hayan sido los responsables. La ciudad de inmediato, después de las 6:15 p.m. de la tarde, hora del asesinato, quedó en silencio y el Ejército tomó las calles con tanquetas, soldados y guardias. ¿Quién esperaba una insurrección? Los mismos que lo asesinaron, los que anhelaban de nuevo un levantamiento “de inexpertos” , de gente sencilla, para masacrarlos.

El 31 de marzo, en su entierro que salía de Catedral, la misma Guardia Nacional fustigó a la gente con balas y mató un número aún desconocido de gente, que murió por balas, por aplastamiento y asfixia. De nuevo la Guardia provocaba al pueblo, con Monseñor Romero.

Durante 30 años hemos sabido, sin saber y sin certeza, que una muerte, que un asesinato como el de Monseñor Romero no pudo haberse  planificado sin  contar con el apoyo de muchos, la complicidad de muchos y el silencio de muchos. La Inquisición que promovió, instigó y planificó su muete estuvo conformada por la Oligarquía terrateniente que tenía miedo de perder algo, la oligarquía que deseaba subir en la pirámide de poder y que luego fue la oligarquía financiera que nos dejó  neoesclavizados y endeudados, el Ejército y los cuerpos de seguridad y los Escuadrones de la Muerte. Todos con la venia de un sector del Gobierno de los Estados Unidos.

Nunca sabremos a ciencia cierta cómo se planeó el asesinato, se ejecutó, se celebró y hasta se lamentó el magnicidio de Monseñor Romero por todos y cada uno de estos actores, porque en El Salvador la revolución nunca ha llegado y por tanto el poder no ha cambiado completamente de manos. Monseñor Romero y su caso quedaron del lado de los vencidos en la mal firmada Paz, obligada más por un entorno internacional que por internas voluntades, el Estado que lo mató, no el Gobierno, es el mismo y por tanto la verdad de su asesinato se hace imposible.

Ahora recién comienza un recambio en la oligarquía y el concurso de nuevos ricos venidos de alas de supuestas izquierdas y derechas. Mientras el recambio no sea total, radical y revolucionario, seguiremos sabiendo quién mató a Monseñor Romero, pero no sabremos los detalles de toda la verdad ni veremos a sus asesinos arrepentidos o presos. Pero lo sabemos, lo fundamental siempre lo hemos sabido, desde que murió Oscar Arnulfo Romero y nació el Santo. Los salvadoreños continuamos viviendo en el sistema que lo mató  y muchos nos hemos vuelto -incluso- cómplices del mismo. La figura de Romero sigue siendo comprometida y sustanciosa, un exorcismo en el presente, un reto en los cambios que nos exige el futuro.

MONSEÑOR ROMERO FRENTE A LA NUEVA CLASE POLITICA Y JERARQUIA ECLESIASTICA SALVADOREÑA

Al contrario de nuestro Monseñor Romero, que se convirtió del Opus Dei al evangelio de los pobres, Mauricio Funes se convirtió del fiero periodista que atacaba el poder, al fiero Presidente que defiende los intereses de sus millonarios amigos y que lo hace además, usando el sagrado y popular nombre de Monseñor Romero.

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*publicado por Las Crónicas

Los 30 años de la muerte, resurrección y vida de Monseñor Romero se han vuelto parte del comercio político local, que sienta las nuevas bases de su poder y reacomoda a su conveniencia la historia, incluido Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

El triunfo electoral del pueblo salvadoreño el pasado 15 de marzo de 2009, se ha traducido en términos políticos en la búsqueda de un nuevo pacto del poder hegemónico local e internacional, que necesita de la credibilidad de las grandes masas populares para legitimar el nuevo status quo y sus reglas.

El Presidente Funes y su gabinete de gobierno, así como sus aliados, entre ellos la jerarquía de la Iglesia y una parte de la oligarquía salvadoreña, están utilizando la figura de Monseñor Romero para imponernos la descabellada idea de una reconciliación o nuevo pacto de paz, basada en los mismos pilares de los Acuerdos de Paz: reconciliación política entre las partes, impunidad y negación de los cambios estructurales.

Mauricio Funes cuenta para secundar su discurso, con el apoyo de la Jerarquía Católica, y en él apela un demagógico apego al discurso del Santo de América, utilizando hábil y veladamente la postura del mismo Frente, ambigua y sumisa, que soporta -a su conveniencia- que Funes retome la distancia que Monseñor ponía entre él y los dos grandes actores enfrentados de aquella época: FMLN y Oligarquía tradicional salvadoreña. Mauricio Funes sólo en eso tiene algún parecido con Monseñor Romero, quiere desmarcarse completamente de la vieja oligarquía y del FMLN o izquierda partidaria con algún tinte anti imperialista.

Lo que el Presidente no confiesa abiertamente, aunque sí con todos sus hechos, es que su interés es gobernar siempre con los Estados Unidos, la nueva oligarquía que él mismo está ayudando a recomponer el nuevo poder económico y social, así como la jerarquía de la Iglesia Católica Salvadoreña, a través de su principal aliado ideológico, la orden jesuita.

Es por ello que Funes no está interesado en perseguir la corrupción del pasado, tampoco la del presente a menos que se trate de funcionarios que no son de su agrado y en especial aquellos que militan en un ala del FMLN que no le es favorable. Es por ello también que el Presidente Funes aceptó dinero del millonario Nicolás Salume, durante su campaña y mantiene con él lazos indestructibles de confianza y reciprocidad. También por ello, Mauricio Funes no puede oponerse abiertamente a la construcción de presas, a los aumentos en las tarifas eléctricas, de agua y de teléfono, porque su gobierno responde a los intereses nacionales e internacionales de empresas que apoyaron su proyecto político de vida, es decir, sus cinco años de gobierno.

Mauricio Funes es la antítesis de Monseñor Romero. Al contrario de nuestro mártir Obispo, Funes fue considerado toda su vida, un hombre de izquierda, rebelde al poder, perseguido por su independencia de criterio, apegado a los temas sociales y en defensa de las grandes mayorías. Y al contrario también de nuestro Monseñor Romero, que se convirtió del Opus Dei al evangelio de los pobres; Mauricio Funes se convirtió del fiero periodista que atacaba el poder, al fiero Presidente que defiende los intereses de sus millonarios amigos y que lo hace además, usando el sagrado y popular nombre de Monseñor Romero.

La izquierda partidaria representada en el FMLN, su cúpula, no sólo se lo permite, sino que además lo acompaña en su denostados actos de mentira y de usurpación política del nombre y vida de Monseñor Romero. El FMLN es cómplice de esta perversidad y su silencio cómplice es además en aras de acarrear a su propio pozo agua, siempre en la lógica ganguera electoral. No hay respeto para el nombre de Oscar Arnulfo Romero. La izquierda del FMLN y su primer gobierno con Funes, se han encargado de ensuciar su memoria como nunca antes lo hubiéramos pensado.

Pero no sólo el FMLN es cómplice, también lo es la Iglesia y la Compañía de Jesús. La Jerarquía eclesiástica y los jesuitas han sido los pilares fundamentales para organizar sendos eventos multitudinarios, en supuestos homenajes a Monseñor Romero, que han servido de plataforma política al Presidente Mauricio Funes. El primero fue un concierto organizado por la Secretaría de Inclusión y la primera Dama, que fue una réplica casi calcada del Festival Verdad que año con año realiza la UCA, en donde las comunidades cristianas abarrotaron el anfiteatro de la Feria Internacional, donde el Presidente volvió a insistir en su desacato a toda cordura, que su gobierno está basado en las enseñanzas de Monseñor Romero.

Romero transformado por el pueblo, fue un pastor humilde, incapaz de alzarse por encima de los otros o despreciar el trato con las comunidades por hacerlo con los millonarios. ¿En qué podría parecerse el arrogante y alienado Mauricio Funes, al auténtico Monseñor Romero? Por más que él insista, ni en los lentes!

El segundo acto cómplice la Iglesia fue la utilización de la tradicional vigilia para Monseñor Romero, llevada a cabo con una marcha desde el Monumento al Salvador del Mundo hasta Catedral, donde además se desarrollan actos litúrgicos y culturales. Dicha vigilia fue el acto donde la curia jesuita y católica trataron de consumar su idea de nuevo pacto de impunidad, invitando además al edil capitalino, Norman Quijano, cuyo proceder en las últimas semanas, le hubieran merecido de Monseñor Romero todas las amonestaciones posibles. Quijano fue abucheado por la gente no sólo por pertenecer al partido ARENA, fundado por el asesino no confeso de Monseñor Romero, Mayor Roberto d’Aubuisson, sino que además ha desalojado vendedoras en las afueras de centros comerciales y reprimido protestas de las mismas por la fuerza.

El pueblo salvadoreño que ha acompañado estos actos, también ha sido cómplice del nuevo poder, se han prestado para politizar la imagen de nuestro santo, además de aceptar que el Presidente Funes, el FMLN y un parte de la Iglesia, mientan sobre la interpretación del mensaje de Monseñor y lo hagan sin pudor alguno, sin condenar nunca a sus asesinos, sin buscar la verdad y sin derogar la inmoral Ley de Amnistía. El pueblo ha sido utilizado, pero también ha permitido que lo utilicen.

Sobre los asesinos también se prepara una nueva versión de la historia. Un famoso periódico, cuyo financista principal es una familia de origen palestino, prepara un documental-entrevista con el único hombre implicado judicialmente en la muerte de Monseñor Romero, para intentar manipular de nuevo la verdad. La nueva realidad política, como explicaba anteriormente, urge de nuevos mitos y leyendas para facilitar el reacomodo de la nueva oligarquía y sus poderes fácticos, y la muerte, la gigantesca y brutal muerte de nuestro Santo es una montaña que debe ser matizada con nuevas mentiras para acallar las voces que exigimos verdad sobre este caso. Se deduce a priori, que las nuevas versiones sobre su asesinato vayan encaminadas a neutralizar de una buena vez por todas al segmento de la oligarquía y el partido ARENA que se busca acabar en esta nueva realidad, para ellos se mentirá un poco más y la verdad será contada de nuevo a medias, para salvar a unos y hundir a otros.

La UCA además ha disfrazado la realidad a los 30 años del magnicidio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, al llamar al ciclo de debates sobre su vida, como 30 años de Martirio de Monseñor Romero, cuando el mismo Monseñor diría que no son de él sino del Pueblo Salvadoreño, que a 30 años de su asesinato continúa muriendo, sufriendo, siendo engañado, utilizado, ignorado en lo importante, perseguido en lo sin importancia… como él, como el mismo Romero, que se encarna en su pueblo, el que aún no termina de liberarse, el que ha caído en manos de falsos profetas y no encuentra todavía la luz que lo saque del terror y la ignorancia.

La Jerarquía Católica hace lo mismo y lo suyo, mantiene oculto a Monseñor en la cripta de Catedral, mientras en la Catedral misma ha borrado cualquier signo de él y de los otros mártires de la Iglesia Popular Salvadoreña. A pesar de hacer peregrinaciones y vigilias de Monseñor no son capaces de llevar una tan sola imagen suya, de fundamentar sus prédicas y evangelio en sus enseñanzas, de lo que se desprende el hecho que el pueblo salvadoreño – en su gran mayoría – desconozca quién fue en realidad Monseñor Romero. Las vendedoras y vendedores del Centro Histórico y mercados de pueblos aledaños y/o municipios no van a la vigilia y marchas de Monseñor Romero, no participan activamente como lo harían en los actos de Semana Santa o las fiestas patronales porque la Iglesia Católica no ha popularizado a Monseñor y se “lo ha dejado” a cierto sector que simpatiza con “la izquierda”, como parte de un boicot a su canonización.

Los actos de Funes y del FMLN tampoco ayudan a que Monseñor Romero sea canonizado, retrasan ese reconocimiento trascendental que obligaría a la Jerarquía Católica Salvadoreña a reconocerlo y promoverlo como tal. Entonces Monseñor Romero sería el santo más peligroso de nuestra Iglesia, el gran libertador que todavía esperamos.

LOS MEDIOS DE COMUNICACION TAMBIEN DEBEN PEDIR PERDON

Era tal la tergiversación, la manipulación y la desinformación de los medios de comunicación, que Monseñor se convirtió en la “Voz de los sin Voz”.

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*opinión editorial Diario CoLatino

Este día, el Presidente de la República, Mauricio Funes, en nombre del Estado salvadoreño, pedirá perdón por el asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero.

Creemos que es importante hacer una excitativa a los otros sectores de la sociedad que también tienen responsabilidad directa o indirecta en el crimen, principalmente los medios de comunicación, los llamados “Grandes Medios de Comunicación”, sin excepción alguna, inclusive el Diario Latino, hoy Co Latino, que no tuvo una actuación que hoy nos pudiera enorgullecer, sobre todo, en el período de los grandes ataques a Monseñor Romero.

Ya la Comisión de la Verdad había denotado el papel sucio y cómplice de los medios de información salvadoreños, que con sus editoriales, y la apertura de sus páginas para los distintos frentes políticos semiclandestinos de la derecha, como el Frente Amplio Nacional (FAN), contribuyeron no sólo con el asesinato de Monseñor Romero, sino que de otros sacerdotes, y de miles de salvadoreños más, entre estudiantes, obreros, empleados públicos y campesinos.

Además, por supuesto, a su sistemática campaña a favor del status quo, y en contra de los movimientos sociales de la época, que luchaban por justicia y dignidad, por un país verdaderamente democrático.

“Es lástima, hermanos, que en estas cosas tan graves de nuestro pueblo se quiera engañar al pueblo. Es lástima tener unos medios de comunicación tan vendidos a las condiciones. Es lástima no poder confiar en la noticia del periódico, o de la televisión o de la radio, porque todo está comprado, está amañado y no se dice la verdad”, expresó el Arzobispo Mártir, en la homilía del 2 de abril de 1978.

En la homilía del 27 de agosto del mismo año, Monseñor Romero expresó: “El sábado 26, ayer, en Tejutla, al celebrar el primer aniversario de Felipe Chacón, también me di cuenta que nuestra tierra ofrece al Papa, como lo dije en visitas pasadas, ¡mártires! ¡Qué horror cuando me contaban! El rostro despellejado de Felipe de Jesús y lo que es peor, difamado en la prensa como un cuatrero, cuando se trata de un catequista valiente, que supo llevar el Evangelio hasta sus consecuencias más arriesgadas”.

Era tal la tergiversación, la manipulación y la desinformación de los medios de comunicación, que Monseñor se convirtió en la “Voz de los sin Voz”.

“Yo en el país no encuentro eco en nuestra prensa de lo que decíamos anteriormente, que debía dar testimonio de la verdad. Es que estas homilías quieren ser la voz de este pueblo, quieren ser la voz de los que no tienen voz”, dijo Monseñor Romero, en su homilía del 29 de julio de 1979.

Por eso hoy, en este 30 aniversario, los medios de comunicación que lo calumniaron, que abrieron espacios a los escuadrones, o los que simplemente callaron, deben pedir perdón.

Y como sabemos, que Diario Co Latino, antes llamado Diario Latino, fue parte de esos medios vendidos, que sus editores de los años 70´s y 80´s no dijeron la verdad, desinformaron y manipularon a la opinión pública, hoy pedimos perdón a Monseñor Romero, porque este Diario también le falló. Pedimos perdón a los y las lectores, y a la ciudadanía en general, de aquel entonces, por no haber hecho un periodismo de acompañamiento a la labor social y profética de nuestro Santo de América: Monseñor Óscar Arnulfo Romero.

17 RAZONES MAS, POR LAS CUALES MAURICIO PERDIO LA CREDIBILIDAD Y CONFIANZA DE LA NACION

credibilidad

*del blog Tu Opinión Ciudadana

1. Maneja dos discursos: el de hacer ver mal al FMLN, contradiciendo sus propuestas y el de monitorear el respaldo de la derecha. Ciro Cruz Zepeda es un malacate incondicional.

2. Ningún líder efemelenista tiene voz ni voto en el cerco de casa presidencial.

3. Existiendo tanta limitación económica en las diferentes carteras del estado, sus amigos los Cáceres, derrochan y acumulan grandes fortunas para repartírselos con el seudo mandatario.

4. No rinde cuentas ni permite fiscalización de nadie en sus cuentas.

5. Engañó hábilmente a las audiencias desde sus programas televisivos, mintiendo y fingiendo que era un referente de los pobres.

6. Sus representantes negociaron con las compañías telefónicas y al igual que los partidos de derecha, recibió regalías de miles de dólares de la empresa CLARO para no quitar el robo de la cuota fija de teléfono.

7. Comprobada su estrecha relación y comunicación con Tony Saca y sus intermediarios.

8. El alza en la tarifa de electricidad viene comercializada con Nicolás Salume, presidente de la CEL.

9. Se encuentra ligado con empresas de publicidad, pagando sumas millonarias por mantener alta su imagen, vía encuestas.

10. El ministro de hacienda Carlos Cáceres, recomendó que la reforma fiscal, fuese más blanda para los empresarios e igual que la época arenera, ha prohibido auditar a fondo a las grandes empresas, permitiendo la elusión y la evasión. A este ritmo el país va a colapsar y van a señalar al FMLN de incapaz.

11. Tal como lo veníamos asegurando, Funes es y comulga con la derecha. Esta verdad cada vez presionara más porque muchos sectores de izquierda, frustrados y decepcionados, alzaran aun mas, sus voces de descontento. Se rumora que en los siguientes meses algunos sectores nacionales e internacionales financiaran candidaturas de líderes de izquierda, alejados de la cúpula efemelenista. Los nombres son fuertes ante la poblacion.

12. Al igual que el caso Salume, su otro gran amigo Miguel Meléndez con su empresa COSASE, percibe cerca de dos millones de dolares mensuales por servicios de seguridad, manipulando, escúchese bien las licitaciones. Aparte de estos privilegios, a Mecafe, lo hace gerente de CIFCO, y por supuesto con un buen sueldazo.

13. Criticaba duramente el gasto en publicidad de Saca, y el sigue el mismo patrón, con la diferencia, que ahora tenemos, la crisis mas acentuada.

14. Se encuentra llevando al país a un endeudamiento extremo, sin ninguna política clara anti crisis.

15. Critica al proyecto ALBA, como un modelo de sistema fracasado y se le olvida, que las políticas neoliberales, mantienen al mundo entero con los peores índices de desempleo, mas pobreza, mas devaluación del poder adquisitivo. El caso ENRON en EEUU, es otro grave ejemplo de corrupción capitalista.

16. Se idolatra continuamente en relación a las pocas obras sociales, las cuales son, según el, una total exclusividad de su figura.

17. No existe el estado de derecho ni la institucionalidad, debido a que en los otros poderes del estado, la malversación y corrupción de fondos públicos, el tráfico de influencias, el abuso de los recursos, el derroche y la depravación de funcionarios, el día con día es una vil burla. Solo veamos la fiscalía, la corte de cuentas, la corte suprema, el ministerio de defensa, la PNC, juzgados en sus diferentes categorías, la procuraduría con gentes incapaces, sinvergüenzas y ladrones sin mayor compromiso que pasar el día y con un presidente de la republica, que no se preocupa en lo mas mínimo, por sanear todo esto.

Nos sentimos muy orgullosos, en reafirmar con nuestros valores empuñados, que no vamos ni acompañamos en nada, al seudo presidente Funes. Consideramos, que el, reiteradamente ha traicionado la confianza de los cientos de miles de salvadoreños, que le dimos nuestro voto. Mañana nosotros mismos le demandaremos y le juzgaremos, por sus actos e invitamos a todos los grupos, sectores y gremiales cuyos principios no se encuentran vendidos de manera antimoral, a presentarle contrapeso a sus políticas anti socialistas y a su corrupción con sus allegados mas cercanos.

ASI COMO EXALTAMOS LA OBRA DE NUESTRO MARTIR ARNULFO ROMERO, DE LA MISMA FORMA DESPRECIAMOS A MAURICIO FUNES POR SER CORRUPTO Y ENGAÑAR AL PUEBLO!

FUNES, PRESIDENTE CON MAYOR POPULARIDAD

Estudio fue realizado con una muestra de mil 200 entrevistas aleatorias en cada país centroamericano y República Dominicana, Presidente Funes obtiene el 82 por ciento de aprobación, mientras el presidente Ortega alcanza apenas un 48 por ciento de aceptación

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El presidente de El Salvador, Mauricio Funes, es el mandatario de la región que cuenta con mayores niveles de popularidad en su país, mientras que Daniel Ortega, de Nicaragua, es el menos popular, según los resultados de una encuesta divulgada ayer en la capital guatemalteca.

El estudio de opinión, realizado por la firma CID-Gallup en los países de Centroamérica y en República Dominicana, ubica a Funes con 82 por ciento de aprobación por parte de los salvadoreños, mientras que Ortega fue calificado con 48 por ciento por sus conciudadanos.

Muestra de mil 200 entrevistas

La encuesta “Evaluación de presidentes de Centroamérica y República Dominicana” fue realizada con una muestra de mil 200 entrevistas aleatorias de ciudadanos mayores de edad de cada país, entre enero y febrero pasado, con un margen de error del 2.8 por ciento y un nivel de confianza del 95 por ciento.
Según los resultados del estudio, el mandatario que se ubicó en la segunda posición de popularidad fue Porfirio Lobo, de Honduras, con 75 por ciento de aprobación; seguido de Ricardo Martinelli, de Panamá, con 69 por ciento.

La cuarta posición la obtuvo el presidente Óscar Arias, de Costa Rica, con 67 por ciento de aprobación de sus ciudadanos; seguido de Álvaro Colom, de Guatemala, con 69 por ciento, y de Leonel Fernández, de República Dominicana, con 56 por ciento.

Ortega encabeza a los desaprobados

En la categoría de los más desaprobados por sus ciudadanos, el primer lugar lo obtuvo Ortega, con 43 por ciento; seguido de Fernández, con 40 por ciento, y Colom, con 37 por ciento.
Arias obtuvo el 27 por ciento de desaprobación; Martinelli el 23 por ciento; Funes el 13 por ciento y Lobo el 7 por ciento.

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