Existe un elemento constante a lo largo de la historia de las sociedades humanas: el dominio de la mayoría por parte de la minoría…
*por Zarko Pinkas para La Página
A lo largo del último tercio del siglo XIX, un grupo de pensadores, como Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca y Robert Michels, rescatan un tema recurrente en la historia de las ideas políticas como centro de toda su argumentación. El postulado básico de este pensamiento es que existe un elemento constante a lo largo de la historia de las sociedades humanas: el dominio de la mayoría por parte de la minoría.
Esta es la tesis central que conforma lo que se ha llamado Teoría de Elites.
Al desarrollar dicho postulado, se construye una compleja explicación del ser y el devenir de los grupos sociales y, sobre todo, de los fenómenos de poder y dominio.
Al estudiar el pensamiento de Robert Michels, es necesario acercarnos a los otros pensadores que conforman las vertientes intelectuales de la Teoría de Elites.
Gaetano Mosca
El pensamiento de este autor subyace entre su argumentación entre liberalismo y democracia. Para él, esta contraposición sólo puede conjugarse en el plano político en una organización estatal en donde la clase política garantice la máxima defensa jurídica. La única posibilidad de llegar a este aspecto radica en la corrección de la formula jacobina de la democracia con los mecanismos del Estado liberal.
Para él, todos los gobiernos son oligárquicos, ya que en toda clase política está compuesta por un número restringido de personas. Mosca argumentó que dicha clase obtiene su fuerza del hecho de estar organizada por medio del conjunto de relaciones de interés que los llevan a unirse en contra la clase dirigida más numerosa, la cual está desarticulada y dispersa.
La organización estatal no puede ser totalmente dependiente de las elecciones, ya que esto puede ir en contra de los valores y fines supremos de la defensa jurídica que fundamenta su control. Mosca desarrolla toda una teoría de los mecanismos sociales, políticos y constitucionales, transformando al Estado en un organismo complejo impregnado de valores, exigencias, finalidades y escrúpulos morales.
Este autor desea una organización estable de las clases propietarias y la conformación de una ideología basada en la hegemonía de esta clase media. “ De aquí que desarrolle el concepto de defensa jurídica, demostrando su incapacidad de aprehender los aspectos que caracterizan una época de gran movilidad social y de profunda modificación de los esquemas tradicionales de la lucha política”.
Vilfredo Pareto.
La muerte de la vieja sociedad liberal y aristocrática de su juventud, la desaparición de la clase social a la que pertenecía, el avance del socialismo, constituían otras tantas experiencias sentimentales que Pareto intenta en vano racionalizar o sublimar por medio de una construcción intelectual.
Desde estas premisas, Pareto buscaría mantener una postura paradójica, exhibiendo un agnosticismo complejo en cuestiones políticas y religiosas, al tiempo que expresa los perjuicios más extremados, y, mientras proclama una independencia científica, está profundamente comprometido con las cuestiones de su tiempo.
Para Pareto, los hombres, siendo desiguales en todos los campos de su actividad, se distribuyen en varios grados, que van “ desde el superior hasta el inferior”. Llamó elites a los que componen el grado superior. Pareto se sintió atraído, más que por los problemas de la construcción y de la formación de la clase política, por el fenómeno de la magnitud y de la decadencia de las aristocracias, es decir por el hecho de que “las aristocracias no duran” y la historia es el escenario de la constante lucha entre una aristocracia y otra.
Robert Michels
Más joven que Pareto y casi veinte años menor que Mosca, la obra de Michels tiene una dimensión mucho más moderna que hace de su obra principal “Los Partidos Políticos” le significaría un puesto relevante dentro de la sociología de las organizaciones del siglo XX.
El trabajo de Michels puede dividirse claramente en tres etapas bien definidas. La primera de ellas, que abarca los escritos publicados entre 1902 y 1905, es la de un socialista de amplios intereses que buscaba contribuir un marco ideológico en el que situar los elementos de su moralidad socialista fundamentados en tres ideas: el pacifismo y antimilitarismo, el internacionalismo y la defensa de autodeterminación de los pueblos. La segunda etapa que comprende las publicaciones de 1908 a 1912, comienza con un Michels que reexamina sus ideas centradas en el papel dominante del proletariado para culminar en la publicación del “Los Partidos Políticos”, obra en la que se postula la ley histórica que domina toda la sociedad – la Ley de Hierro de la Oligarquía-Por último, el autor vuelve a su vocación académica adoptando un método histórico y descriptivo en sus investigaciones prueba de ello es “Problemas de filosofía social”.
Michels puso de relieve que en el ámbito de una organización como la de un partido de masa se da un fenómeno de concentración de poder en un grupo restringido de personas. A este grupo le dio el nombre de “oligarquía”, utilizando un concepto con una connotación semántica negativa y que revela que para él, este fenómeno tenía un carácter degenerativo, aunque inevitable. De aquí surge lo que Michels llamaría “La Ley de hierro de la oligarquía”
En “Los Partidos Políticos”, se encuentra toda su argumentación sobre la imposibilidad del triunfo de la democracia como forma de gestión de los asuntos públicos en las sociedades contemporáneas.
La organización, centro de toda la reflexión, es el único medio existente para poder llevar a cabo la voluntad colectiva, así, sin ella no existe la posibilidad de que una acción llegue a alcanzar fines concretos y particulares sobre la base de la elección de los medios más adecuados para ello, en su pensamiento el principio de la organización es condición absolutamente esencial para la lucha política de las masas.
Para el autor, los grandes grupos humanos necesitan de una disposición, orden o sistema para actuar en todas las esferas de la vida política o social. De esta forma, la organización se transforma en el objeto de estudio central para comprender la naturaleza de estas sociedades. En ellas, se encuentra como elemento necesario el surgimiento del liderazgo, es decir, del dominio de la minoría, probándose de esta forma la imposibilidad de un tipo de gobierno democrático dentro de éstas y, por extensión en toda la sociedad. El sociólogo expresa que toda representación partidaria representa un poder oligárquico fundado sobre una base democrática.
Así en el seno de toda organización surgen dos fenómenos íntimamente vinculados entre sí: la jerarquía y la burocracia, que serían incompatibles por naturaleza con una toma de decisiones de carácter democrático. La organización supone la división jerárquica del trabajo que implica el surgimiento de un conjunto de individuos dedicados exclusivamente a la resolución de los problemas que plantean en la organización.
De esta forma, el liderazgo se define por el hecho de monopolizar el conocimiento necesario para el mantenimiento de la organización.
La importancia de surgimiento del liderazgo en las organizaciones, se ve reflejado en la aparición de los líderes. Para Michels, su aparición presenta variables de carácter psicológico, estos rasgos afectan a la mayoría como a la elite o minoría de la organización.
Desde una visión de incompetencia de la mayoría, se afirma que la masa necesita contar con líderes en los que apoyarse y reconocer su superioridad. De esta forma, el dominio de los líderes no es algo impuesto, sino que existe un alto grado de aceptación por parte de la colectividad, las masas son incapaces de participar en el proceso de toma de decisiones y necesitan un liderazgo fuerte, menciona el autor.
En el análisis de Michels, la democracia está relacionada con el gobierno propio de las masas. En este sistema político, la gente está siempre expuesta e influida a la elocuencia de los grandes oradores populares .Cuando las sugestiones han logrado su efecto, la multitud no tolera fácilmente la contradicción de una pequeña minoría. Las masas soberanas son incapaces de adoptar las resoluciones más necesarias para su conducción De allí nace la necesidad de delegación, de un sistema donde haya delegados que representen a la masa y lleven a la práctica su voluntad.
La especialización técnica que resulta inevitablemente de toda organización externa, hace necesario lo que se ha dado en llamar la "conducción externa". De este modo, los líderes, que al principio no eran más que órganos ejecutivos de la voluntad colectiva, se emancipan pronto de la masa y se hacen independientes de su control. La organización implica la tendencia a la oligarquía. En toda organización, se manifiesta la tendencia aristocrática de una forma que sería ligada a esta mutua relación sistémica entre los líderes y las masas.
Se termina dando un sentimiento de gratitud de las mayorías hacia los líderes.
“Además de la indiferencia política de las masas y de su necesidad de guía, hay otro factor, de aspecto moral más importante que contribuye a la supremacía del líder: es la gratitud que experimenta la multitud hacia quienes hablan o escriben en su defensa”.
Una visión negativa de la democracia
“La organización política conduce al poder. Pero el poder siempre es conservador”.
Michels acaba por negar la esperanza compartida por una parte de los políticos del siglo XIX: la fe que la democracia podría ser alcanzada en una sociedad que veía llegar, por primera vez a las masas al ámbito de lo público. En lugar de afirmarse en una visión positiva, Michels opta por aseverar que el gobierno de la oligarquía hunde sus raíces en los más profundo de la sociedad, puesto que está basado en la naturaleza de la sociedad de masas. Para demostrar esta Ley de Hierro, además, no hay porque salir del seno de la propia organización.
El autor niega radicalmente la posibilidad de llevar a la práctica, de una forma competitiva, sistemas democráticos dentro de las sociedades de masas. La fórmula de la democracia representativa no soluciona el problema, puesto que únicamente da lugar a que se afiance el dominio de los representantes sobre los representados, inaugurando el camino hacia regímenes de tipo dictatoriales y pretorianos.
Michels mantiene este enfoque centrado en lo poco viable de la democracia por su empeño analítico en negar el discurso del socialismo. Así, siendo la democracia el régimen más justo de los posibles, es imposible de alcanzar, y lo es porque el socialismo es incapaz de resolver dos problemas fundamentales de las sociedades de su tiempo: el problema de la administración efectiva y el de las libertades individuales. No obstante “la democracia es un tesoro que nadie descubrirá jamás por la búsqueda deliberada, pero si continuamos nuestra búsqueda, al trabajar infatigablemente para descubrir lo indescubrible realizaremos una obra que tendrá fértiles resultados en el sentido democrático”.
Su análisis conservador sería afirmar que las oligarquías en cada organización decide, al fin de cuentas, y no la masa que los elige, sea cual sea el partido político.
Venezuela y la caída de las elites
Desde este enfoque, la actual coyuntura de Venezuela la podríamos enmarcar en una pérdida de legitimidad de las elites dirigentes de los dos partidos políticos como eran el COPEI y AD, quienes alternaban el poder antes de la llegada al gobierno del Presidente Hugo Chávez.
Los líderes perdieron los lazos que los conectada a ese sentimiento de gratitud con los segmentos electorales, los cuales, con una conciencia de consumidores, no de ciudadanos de una polis, tenían una relación vital con una conducta social, no liberal ilustrada, sino utilitarista masificada.
Como afirma Ortega y Gasset, la masa ha venido a este mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada, pero no ha venido al mundo para hacer todo eso por sí misma.
Cuando los líderes perdieron la capacidad de dirigir, influir, representar y organizar como en caso venezolano, se termina cortando esa relación con los ciudadanos, cayendo en una falta de credibilidad en las promesas electorales de evolución y recambio. Esto abrió la puerta a discursos de corte populista (este término no se usa de una forma peyorativa).
En este entorno, las organizaciones percibidas, como unidades sistémicas, buscan defender intereses grupales, pero es muy difícil diferenciar de las actitudes oligárquicas como las llamaría Michels. Venezuela nos permite observar como un sistema de partidos políticos puede terminar sembrando las semillas de su propia destrucción.
Michels nos hereda una forma de análisis que nos sirve para poder explicar los ciclos de alternancia en el poder de diferentes grupos. Sus comentarios tienen vital importancia para someter a análisis los sistemas de partidos y detectar las posibles crisis de competitividad y deslegitimación que se están dando en la actualidad.
La Teoría de las Elites de Michels nos debe facilitar pensar sobre la realidad política y no percibirle como un discurso antidemocrático, sino como el inicio de un análisis que nos puede ayudar a mejorar el funcionamiento de las democracias.
La reflexión de los liderazgos son claves para buscar un mejor ejercicio en un modelo en el cual Estado, partidos políticos, representantes sociales organizados, tendrán un papel importante, y, a su vez, encontrar un proceso que ayude a desmasificar los cuerpos sociales, convirtiéndolos en ciudadanos más competitivos del punto de vista humano-social.