Mal remedio es la pena de muerte, pero peor es la que ya existe aquí para todos los pacíficos ciudadanos.
*por el Dr. Luis F. Cuervo (luchofcuervo@gmail.com) para EDH
Hay crisis de autoridad, dicen algunos, pensando en la Seguridad Pública. Es cierto pero mucho más. Hay crisis de autoridad porque también hay crisis de otras muchas cosas. Y no sólo aquí, sino en toda nuestra cultura occidental. Está enferma grave, muy grave, nuestra civilización. Otras culturas no han perdido el sentido de lo que es verdad y de lo que es falso, de lo que es bueno y de lo que es malo, ni de la realidad, ni del sentido común.
Por eso en otros países, e incluso de culturas que llamamos primitivas, los hechos antisociales se castigan duramente, con todo el peso de la ley... ¡y del sentido común! Por eso hay pena de muerte para los criminales. Y para el que hizo una pintada en una pared pública, multa y latigazos –-en número y con el instrumento que manda la ley--. Por eso en muchas de esas ciudades usted puede caminar por la calle a las doce de la noche o a las tres de la madrugada y nadie le asalta. La ley se cumple, rápida y siempre. Y es dura cuando es justo y eficaz que lo sea.
¿Por qué no hubo pillajes en los terremotos chilenos anteriores al gobierno de la Bachelet? Porque existía una ley de 1939 --o antes-- que obligaba, al ejército y a la policía, a disparar un balazo al que intentara robar después de un terremoto. No sé si sigue vigente, pero ¿vieron el resultado de no aplicarla y de esperar tres días a que la fuerza pública se personara en las poblaciones terremoteadas?
Si se dan todos los derechos humanos a los delincuentes, perdemos derechos los ciudadanos honrados. Si se protegen los derechos del niño y de los adolescentes, incluso contra sus progenitores, como se hace en varios países europeos, se están dando todas las condiciones para que esos menores terminen siendo haraganes, antisociales o incluso delincuentes.
La ética y los valores de los autodenominados progresistas están profundamente equivocados. "Por los frutos los conoceréis". Y los frutos están a la vista. Sólo algunos ejemplos:
1°.- En vez de favorecer el matrimonio estable y la procreación y educación de varios hijos, favorecer el libertinaje sexual. Su fruto: jóvenes sin padre conocido, desorientados, haraganes, marosos, gente que quiere tener todos los derechos y ningún deber.
2°.- Rebajar los niveles de exigencia en los estudios y exámenes escolares. Fruto: deserción escolar y profesionales mediocres.
3°.- Permitir que en la UES manden los fanáticos que siguen creyendo en el marxismo, que existan los que cobran por no hacer nada o por no dejar hacer; rebajar el nivel en el examen de admisión para que puedan ingresar los malos estudiantes y después, cediendo a la ocupación y violencia, que puedan entrar también los pésimos estudiantes y los falsos estudiantes. Fruto: perjudicar a los alumnos responsables y desacreditar a esa Universidad.
4°.- Premiar a buseros por sus buses-chatarra y por sus emanaciones de gases tóxicos, infectando la atmósfera que todos debemos respirar. Fruto: que los pasajeros se fastidien, enfermedades pulmonares y... echarle la culpa al CO2 y al calentamiento global.
En fin... ¿para qué seguir? Ejemplos infinitos de ignorancia, estupidez o maldad.
Viendo la pobreza de nuestro país, la enorme masa de criminales, adultos y juveniles, las extorsiones crecientes, las bestias adultas que violan a sus propios hijos y otros delitos repugnantes, viendo que las cárceles están sobrepobladas y que más que centros de rehabilitación social son antros donde se gradúan de mayor delincuencia y se planifican toda clase de delitos, viendo todo eso y mucho más, deberíamos llegar a lo que hicieron en el Far West de EE.UU. y en Europa en los siglos anteriores al diecinueve: instaurar la pena de muerte para todos esos delitos graves. Si no lo hubieran hecho, esas naciones hoy no existirían.
Mal remedio es la pena de muerte, pero peor es la que ya existe aquí para todos los pacíficos ciudadanos. Pero...
¡Con la ley y los jueces, hemos topado, Sancho! ¡Qué leyes! ¡Y qué jueces...! Ahora va a resultar que en vez de premiar a un fotoperiodista por ayudar a la justicia identificando a un criminal, lo quieren castigar legalmente a él y a su diario. ¡Que salga en el Guinees, por favor, tamaño disparate!
Si en nuestra sociedad hubiera verdadero sentido de la justicia y del sentido común, a los que habría que procesar sería a muchos jueces por injustos, por carecer de sentido común, por interpretar las leyes en su sentido más absurdo o venal. Procesarles o practicarles un serio examen psiquiátrico. Algo de eso habrá que hacer con urgencia y también nombrar otros jefes policiales, para que no sigan riéndose de la justicia todos los monstruos que la incumplen gravemente.