MABEL DE DIA ALISON DE NOCHE
Mabel siempre estuvo atraída por el Normandie, a diferencia del Sniper que era bien flaco, el Normandie evidenciaba unos músculos bien desarrollados y ese acento mitad ingles y español la volvía loca. Así que ese día cuando sucedió el contacto sexual prácticamente no puso resistencia alguna, al contrario, ella había dejado abiertas—a propósito— las ventanas en el baño la semana anterior.
Las extorciones en San Martín funcionaban muy bien. El Occiso hasta abrió una cuenta en el mismo banco adonde su mamá depositaba el dinero de la venta de los tomates. La gerente de la sucursal ya conocía a William (El occiso) debido a que en varias ocasiones él se encargaba de realizar los depósitos de la venta de tomates, especialmente en la época de la temporada fuerte. Así que dentro de la sucursal todo parecía normal.
La gerente sabia que el mundo de los comerciantes mayoristas de verduras no es el mismo que el de los profesionales o comerciantes formales en donde existe una contabilidad al centavo y la apariencia importa mucho; En el mundo de los tomateros la des-apariencia es la que importa. Por eso el hecho de que el Occiso llegara con ropa floja y uno que otro tatuaje no inmutaba a la gerente de la sucursal. Para una semana santa, época en que deben de cerrar los bancos, hubo una gran escases de tomates y solamente la mamá del Occiso pudo importar desde Guatemala tres camiones repletos. Los clientes hasta hacían colas por tal de comprar una caja de tomates. En media mañana ya se habían vendido los tres camiones, pero el problema que tenía la mamá del Occiso era que los bancos estaban cerrados para poder depositar todo ese dinero, así que lo guardaron en medio de los tomates podridos. El día lunes cuando el occiso fue a realizar el deposito, el dinero apestaba; la cajera por poco y vomita contando la remesa. Por eso es que la gerente sabía que esos clientes eran especiales y no le pareció extraña la apariencia del Occiso y, mucho menos, las cantidades de dinero depositadas en la cuenta personal a nombre de William.
Todo estaba funcionando muy bien. Al cabo de seis meses lograron extorsionar un total de 15 negocios grandes a quienes les cobraban cincuenta dólares a la semana y 20 negocios medianos a quienes les cobraban veinticinco dólares. El dinero llegaba completamente a la cuenta del Occiso. Al Normandie solo le daba cincuenta dólares diarios y la promesa que en dos meses le pagaría el coyote. A los jóvenes que andaban cobrando y al resto de los integrantes de la mara les daban la libertad de que se quedaran con la renta de los negocios pequeños, a los cuales les cobraban diez dólares semanales. Pero todo debía de estar censado. Entre sorbeteros, paleteros, panderos y pupuseras lograron extorsionar a un total de 80 personas.
Un día que el Occiso estaba por ingresar al Banco recibió una llamada desde la cárcel, era el Wizard que logro conseguir un teléfono celular adentro de la prisión
— ¡Vato!...ya me contaron que están haciendo un chingo de feria en mi barrio. ¡Que onda vato! Me dijeron que se dieron al Sniper y que tenes al broder de esa vato jalando con vos—le dijo el Wizard
— ¡Puta cerote!...hace un vergo que no sabia nada de vos—le contesto el Occiso—Mira, nosotros hemos hallado un jale más al suave…
— ¡Vos sabes que ese no es tu barrio!...y yo sé que están haciendo un vergo de plata. ¡Me vale verga el hermano del Sniper!... ¡Puta a mi me vas sacar en la foto!...va ha llegar mi múcura adonde vos y le das cuatro mil varos para que le pague al abogado, me ha dicho que va a pistiar al juez para que me dejen salir…—le reclamo el Wizard sin levantar mucho la vos
El occiso se quedo pensativo y el corazón se le acelero un poco. Sabia que tenia que elegir bien las palabras que le diría al Wizard
— ¡Puta!...vos crees que estamos cagando pisto… ¡Nel vato! yo no tengo ese chingo de feria, si queres te puedo conseguir unas mil baras, eso es todo lo que te puedo dar…
— ¡Ah…que hijueputa!...andas de pendejo… ¡No me des ni mierda pues! pero vas a ver…¡Te voy a mandar a dar verga, tanto, que hasta la mierda te van a sacar de los vergazos. ¡Tomatero pendejo!…
— ¡Agarrala al suave vato! ¡Puta!...ya te dije que te hago el paro para darte mil varos—le dijo el Occiso
— Mañana en la tarde va a llegar mi mujer, va estar en frente del negocio de tu nana, le das las cuatro mil varas y después yo te hablo—le dijo el Wizard
El Occiso sintió una rabia que le hizo hincharle la vena que le cruzaba—exactamente—en medio de la frente y le grito:
— ¡Bueno! Al final… ¡Me vale verga vos y tu puta mujer! Así de mamado te la pongo…No te voy a dar ni mierda…—Y corto la llamada
El Occiso recibió un poco de lo que les daba a probar a las personas que él extorsionaba en San Martin, ahora era él la victima de una extorción. Tomo de nuevo el teléfono y le marco al Normandie, quien estaba, como de costumbre en las últimas tardes, en la —bulliciosa—cama junto con Mabel.
— ¡Hey Vato!...venite de boladas para San Martin. Tengo un pedo bien grande con el Homeboy aquel del que te hable…el Wizard
— ¡A la puta!...hay te caigo en la noche, ahorita no puedo…
— ¡Cerote no estoy bromeando!...¡venite ya!
— ¡Vergón!...ya te caigo en un rato…
Al Normandie le gustaba pasar las tardes junto con Mabel, siempre se quedaba dormido en los pechos de ella. Era extraño y curioso entender como un hombre con tanta maldad pudiera convertirse en un niño en la cama. Pero así era el Normandie, un león que rugía en la calle y un gato que maullaba en la cama.
Mabel ya estaba acostumbrada a no invitar sentimientos a la cama, por eso, el concepto de amor que ella predicaba estaba bien distorsionado de lo que una persona romántica pudiera esperar. Le conto al Normandie que ella tenia dos “novios”. Uno era un policía que vivía cerca de Guazapa con el que ya tenia más de seis meses de andar vacilando, y el otro era un comerciante de la zona de oriente que llegaba a la “barra show” todos los lunes sin falta. Siempre le pagaba cien dólares por la noche y en más de una ocasión la invito a una casa en la playa. —Una cosa me fue llevando a la otra—le dijo Mabel al Normandie cuando le conto cómo había sido la primera noche como bailarina. Le dijo que a ella la invito una amiga de Apopa para que fueran a una discoteca cercana a la Universidad Nacional. Al principio le gustaba ir porque se distraía de su realidad en medio de la pobreza y la tristeza por haber perdido a su madre quien murió a consecuencia de un cáncer de mama. Además en la casa habían sucedido cosas bien feas. Una noche llego Alberto (su papá) bien borracho y de repente se fue a costar a la misma cama que Mabel y comenzó a tocarla y a besarle los pechos; esa noche estaba cayendo una gran tormenta, así que los gritos se confundieron con los truenos y con las gotas que caigan en el techo. Nadie la ayudo. Y ella tampoco le conto a nadie acerca de ese incidente. Pero un día se acerco al director del Instituto adonde estudiaba—quien le inspiraba cierta confianza— y le comento acerca de ese incidente. El director no puso cara de extrañado y le dijo a Mabel que esos casos eran muy comunes, pero que él la ayudaría dándole una terapia sicológica para minimizar el daño. El problema fue que el Director también se aprovecho de Mabel y abuso de ella cerca de dos años.
Por eso es que ella quería distraerse y salir de ese mundo. Su padre dejo de abusar de ella, es que cada vez llegaba más borracho, a veces ya ni alcanzaba a llegar a la casa, simplemente terminaba tirado en alguna calle. Pero el Director, ese siempre la buscaba y le hablaba por teléfono. Le decía que estaba enamorado de ella y la citaba en el centro del pueblo para verla, pero Mabel una vez que se graduó de bachiller dejo de tener contacto con él. Ya no tenía ningún control sobre ella. Es que cuando era alumna del Instituto la amenazo con aplazarla e incluso de expulsarla del lugar si no accedía a lo que él le pedía, por eso Mabel hizo todo lo que le pidió en ese tiempo. A los meses salió en uno de los noticieros la imagen de una estudiante que estaba embarazada del Director y después de esa noticia muchas compañeras de Mabel salieron denunciando los abusos del Director. Pero Mabel nunca denuncio nada.
Las noches en las discotecas pasaban demasiado rápido. Al principio solo llegaba a bailar, después ya se tomaba unas tres cervezas con los jóvenes que la invitaban, y al cabo de un par de meses ya se iba con los viejos que llegaban a cazar, estrictamente, a muchachas jóvenes, a las que llevaban a sus apartamentos, las emborrachaban y, por ultimo, tenían relaciones sexuales. Esa era la vida de Mabel. Siempre se desvelaba los viernes y sábados, hasta que un día encontró empleo como vendedora de aparatos electrodomésticos en una pequeña “casa comercial” del centro de San Salvador. En el trabajo todo iba bien, pero en El Salvador cuando una mujer bonita entra a trabajar a un lugar, el patrón presume que tiene derecho preferente para seducir a la empleada. Y así fue, el patrón comenzó a lanzar pequeños piropos y después se la fue llevando al baño para tocarla toda. Lo difícil de esa situación es que también el hijo del patrón hizo lo mismo y hasta un hermano de patrón (que había venido de los Estados Unidos). Todas las empleadas (al menos las más bonitas) habían sido victimas de ese acoso. Las dolorosas experiencias que había vivido Mabel en su casa y en la escuela no le permitían concluir que ese comportamiento era reprochable, al contrario, ella se sentía atractiva y deseada.
Una tarde lluviosa de agosto la esposa del patrón se dio cuenta de las infidelidades del marido, y, en lugar de agarrar a patadas al esposo infiel, se abalanzo en contra de Mabel. Se fue aruñada esa tarde y nunca más regreso ni a cobrar su indemnización por despido, vacaciones ni mucho menos el aguinaldo proporcional.
De nuevo estaba desempleada, y rápidamente contacto a sus amigas de parranda. Una de ellas (Sandra) la invito una tarde de domingo para que la acompañara a la playa, irían, supuestamente, unos amigos, un tanto viejos. La sorpresa que se llevo Mabel al subirse a la camioneta fue mayúscula: Vio a un par de señores, quizás, como de cincuenta años (todos canosos y con cadenas de oro bien gruesas en el cuello). La amiga le guiño el ojo y se fueron para la playa. Esa tarde hubo de todo: Hubo sexo, droga y lo que hizo falta fue el rocanrol, pero no lo extrañaron en medio de las rancheras. Esa tarde Mabel se estreno como puta, pero extrañamente no sintió ninguna repulsión, quizás por que la mayoría de las relaciones sexuales habían sido con viejos, comenzando con la primera relación que tuvo: con su padre. Lo que si le pareció extraño (pero fantástico) fue el hecho de que nunca había recibido un tan solo dólar por hacerlo. Había recibido uno que otro regalo, pero dinero nunca. Fueron cincuenta dólares (bien ganados) los que recibió esa tarde. Desde entonces se convirtió en una puta eventual, nada más para ciertos eventos. Dentro de ese mundo de las putas hay que usar siempre un nombre de pila y Mabel pasó a ser: Alison. Pero de a poco fue viendo la posibilidad de obtener más dinero y también de divertirse. Fue así que conoció a Roque (su novio policía) quien era el guardaespaldas de un diputado, que cierto día organizo una fiesta en la playa a la que llevaron ocho putas, entre ellas Mabel, e hicieron todo un bacanal. Esa noche mandaron a Roque a dejar a Mabel hasta su casa en Apopa y desde entonces dio inicio la comunicación que llevo al noviazgo.
Sandra la amiga de Mabel apareció asesinada en la carretera que lleva al puerto. Según la autopsia fue violada y posteriormente asesinada. Mabel sintió un miedo terrible y ya no quiso contestar las llamadas de los clientes que solicitaban sus servicios. Trato de nuevo de buscar un empleo, pero el problema de los vicios y las malas costumbres es que uno se acostumbra a ellos, y fue así que un día leyó en uno de los periódicos de mayor circulación nacional que necesitaban “muchachas” de 18 a 30 años para bailar “exclusivamente”. Así que se presento al lugar y desde entonces trabajó como bailarina. Sin embargo, el trabajo de puta en lugar de descartarlo, lo potencio en la barra show y producto de su actitud rebelde y promiscua fue una de las bailarinas más solicitadas. Y precisamente fue eso lo que le gusto al comerciante de San Miguel, su otro novio.
El Normandie pasaba escuchando las historias que le contaba Mabel como un hijo escucha a la madre.
Pero en esa tarde se fue rápidamente adonde el Occiso. Al llegar supo lo que había dicho el Wizard y solo exclamo:
— …¡Esta pendejo ese vato!...no le hagas caso. Mañana dale las mil lucas a la mujer…y si quiere que las agarre, sino, que te valga verga men…
— Hagamos una cosa: mejor vas vos a entregarle los baros, y la amenazas, decile que vos estas manejando la clica, que yo, simplemente, estoy trabajando para vos…decile que le agradeces que haya ayudado a tu broder pero que aquel se lo palmarón y que en agradecimiento les das las mil lucas…—le dijo el Occiso
— ¡Vergón! ¡Conmigo que no anden con mierdas!—le dijo el Normandie
El siguiente día a las cuatro de la tarde llego una mujer (delgada y con la cara mal maquillada) en un pick (viejo), quien manejaba era un tipo moreno y gordo con el pelo completamente rapado. Ambos se bajaron y en seguida se les acerco el Normandie y les dijo:
—¡ What`s Up man!...¿vienen de parte del Homie…del Wizard?
La mujer que masticaba un chicle le dijo
—¡No hablemos tanta paja!...danos los billetes
El Nomandie se le quedo viendo con una mirada muy penetrante y directa. La ropa que habia elegido ese dia hacían evidenciarles los tatuajes en los brazos y en el cuello. Una pequeña risa sarcástica salió del pandillero y les dijo:
— ¡No hablemos tanta paja pues!—el Normandie saco un rollo de billetes de veinte dólares, en total eran cincuenta y se los tiro a la mujer—¡Ma pendeja! ¡Decile a tu marido que le doy esto por que le agradezco que le hizo el paro a mi broder, pero yo no le debo nada, si quiere vérselas conmigo, decile que yo estoy loco y que si quiere que me busque—En ese momento se levanto la camisa y les mostro un arma de fuego, además de todos los tatuajes—¡Cómo no queres hablar tanta paja…andate a la mierda ya!
La mujer quedo sorprendida con las palabras del Normandie, tomó el dinero y cuando lo contó se sonrió un poco y se lo tiro de regreso al Normandie
— ¡Artate esta mierda pendejo! ¡Vos no sabes en que te estas metiendo!—le grito al Normandie— ¡Vámonos Microbio!—le dijo al tipo moreno que la acompañaba y ambos se subieron al pickup y se marcharon
El Normandie tomo el dinero y comenzó a mover el cuello de un lado a otro tronándose los huesos.
El Occiso sintió mucha preocupación por su familia, así que mando a contratar tres vigilantes para que cuidaran los camiones, la venta y, por supuesto, a su mamá. Les advirtió a sus hermanos que se cuidaran, que debían de armarse, que algo no había salido bien y que por su seguridad deberían de andar armados. Era el inicio de una guerra, aunque todavía no había muerto nadie, solo era cuestión de tiempo.
El romance entre el Normandie y Mabel continuaba. Una mañana que llego Mabel muy cansada, dejo la cartera en la entrada de la casa y cuando el Normandie la movió, sintió que era muy pesada, al revisarla encontró una pistola nueve milímetros. Cuando le pregunto a Mabel que de donde había sacado esa pistola, ella le contesto que su novio que era policía se la había vendido para que se protegiera en caso de necesitarla. El Normandie le dijo que si podía conseguirle más de esa armas, que le preguntara al policía si podía vendérselas. A los días el policía le vendió a Mabel dos pistolas más. Con el tiempo llegaron a comprarle escopetas y hasta fusiles de asalto. Cómo las conseguía el policía, eso solo él lo sabia, hasta que le conto a Mabel.
*Giovanni Landaverde es un activo colaborador de Política Stereo El Salvador, el cual escoge contribuir al entendimiento de la violencia callejera e ilustrar el tema de la inseguridad a través de su ficción literaria.